Los concejales : ¡ojalá no los oigan fuera!
19 de junio de 2015
Por admin

Cuando Zapatero, en su ansia pueril por hacer cosas originales, no se levantó al paso de la bandera de Estados Unidos yo aguanté en aquel país un pequeño chaparrón de críticas cuando fue conocido el asunto.

Aquí se trivializó un tanto el rema. Acostumbrados como estamos a desaires a la enseña nacional, el gesto no revestía para algunos mayor gravedad. Allí, sí, en derecha e izquierda, en demócratas y republicanos, como manifestaría más tarde el vicepresidente demócrata Biden.

Hay ocasiones en las que, los que hemos trabajado defendiendo a España en el exterior, desearíamos que nuestras cosas no trascendieran. Es lo que ocurre ahora con los hechos y la locuacidad de los concejales madrileños. Los que banalizan, incluida la alcaldesa, la chanza macabra del ya ex concejal Zapata están siendo partidistas o no están muy viajados.

Aquí se puede considerar que la frase del cenicero es fea pero comprensible. En Estados Unidos, en la Francia perturbada por el atentado contra la revista ‘Charlie Hebdo’, en Holanda y en Alemania, no. Lo consideran un chiste abominable, punible y se pasman de que el concejal no haya dejado el Ayuntamiento. Resulta que lo que en nuestros pagos consideramos originalidades o gracietas de gusto dudoso en otras naciones lo juzgan como inequívocamente detestable. Y esto hay que saberlo por lo que implica para tu imagen y también para tu economía.

Argumentar que Rajoy a su vez mandó un infausto mensaje -lo era- por SMS  a Bárcenas no impacta mayormente en nuestra imagen exterior. Una noticia como la de que Tania Sánchez participó en la concesión de subvenciones a su hermano no aparecen en los medios extranjeros, y si lo hacen son examinadas de forma rutinaria. Meter a cinco millones de judios figurativamente en un cenicero tiene otras connotaciones mucho más graves. El tema del Holocausto sigue siendo actual. Libros y películas lo recuerdan todos los años, y aún hay supervivivientes. El que no quiera verlo por sectarismo o ignorancia que no lo vea.

Hace días el muy difundido ‘Herald Tribune’ publicó un reportaje sobre la desaparición de una turista americana que hacía el camino de Santiago. Aunque es un acontecimiento totalmente aislado, la noticia nos hará algo de pupa al plantear interrogantes erróneos sobre la inseguridad en esa ruta religioso-turística española que, en realidad, es muy segura.

Las reacciones, no de uno sólo sino de todo un ramillete de concejales de la señora Carmena, si se examinan fuera, ¡ojalá no trasciendan!, también plantean interrogantes: empalar a un ministro, preguntar cuánto cuesta matar a otro, colgar a un banquero… son bromas, proferidas por cargos oficiales,  que desconciertan y chocan en otros parajes.  La actuación de la flamante portavoz en la capilla de la Complutense, protestando en ella a pecho literalmente descubierto, produce asimismo estupor y rechazo. «¿En una iglesia y con los senos al aire?», me han preguntado amigos americanos o bolivianos y me preguntarán los argelinos, portugueses, irlandeses y de cualquier país en el que he vivido.

Cuando la imputada portavoz se defiende negándose a dimitir argumentando que sólo deberían hacerlo los imputados por corrupción se le podría responder que no caben distingos legales (¿no debería dimitir un imputado por acoso sexual?). Por otro lado, desconoce de nuevo la repercusión exterior de su transgresión. Imputada por corrupción no es noticia, entrar airadamente en un templo con el pecho al aire sí lo es. ¿Qué pensarán los dirigentes de Irán, simpatizantes de la cadena televisiva de Podemos, en la que les gustaba ver a mujeres recatadas, ante la imagen de la concejala despechugada en un lugar religioso?  En esto los dos archienemigos, Irán y Estados Unidos, se dan la mano: lo consideran penoso y condenable.

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