La violencia cuesta más de 600 millones a la economía catalana
18 de octubre de 2019

La violencia se extiende por Cataluña a la misma velocidad en la que se pierden cientos de millones de euros. Ya nadie duda de que las consecuencias de los últimos disturbios ocurridos en las calles de las principales ciudades catalanas tras la sentencia del Tribunal Supremo están vaciando hoteles, restaurantes y bares a la misma velocidad que las calles se llenan de violentos. Cuantificar las consecuencias es todavía prematuro, pero las principales patronales hablan de pérdidas multimillonarias. Diferentes fuentes empresariales llegaron ayer a cifrar en más de 600 millones el impacto inmediato sobre la economía de la comunidad.

Así, estas pérdidas superarían de largo las que sufrió la región desde octubre de 2017 y hasta mediados de 2018, cuando los valores comenzaron a estabilizarse. En apenas nueve nueves se perdieron 319 millones de euros solo de actividad turística y 180.000 turistas cancelaron sus reservas, según datos de Exceltur, la patronal hostelera, que ahora teme que estas cifras se queden cortas, y barajan números superiores a los 400 millones de euros en el sector si la situación de caos se extiende en el tiempo. Las cancelaciones hoteleras se han disparado y se suman ya por miles durante los tres últimos días, sobre todo en Barcelona, el epicentro de los disturbios.

Solo en la capital catalana, el coste de los destrozos provocados por los grupos de independentistas incontrolados asciende ya a 600.000 euros. El de los transportistas ha sido uno de los sectores más afectados, sobre todo por el corte de carreteras y su incapacidad para poder cumplir con los repartos. Preocupa especialmente el bloqueo de la AP-7, fundamental en la conexión internacional de mercancías, por donde sale el 60% de lo productos que se exportan desde España a la Unión Europa, más 20.000 toneladas diarias.

Fenadismer, la patronal del sector, cifra las pérdidas en 25 millones de euros al día para las empresas de transporte y las compañías que les contratan. Los números no mienten. Desde el cuarto trimestre de 2017, la economía de Cataluña ha dado muestras de un mayor enfriamiento de todos los indicadores con respecto al promedio nacional. No ha acabado de despegar el turismo, el sector que recibe siempre el primer impacto, pero tampoco el consumo –en mínimos del último lustro– o la industria. Como consecuencia, el PIB catalán sumó tres décimas menos que la media española desde 2017 y siete trimestres consecutivos en negativo, situación que contraerá de nuevo la economía tras los últimos acontecimientos.

El miedo parece haberse instalado también entre los inversores, algo que se refleja en que la bajada del capital extranjero en la región cayó un 11,7% en 2018. Si esto lo sumamos a los dos años anteriores –los de mayor presión secesionista–, la caída se habría disparado hasta un 63,6%, mientras en el resto de España se incrementó hasta un 154%.

Otro de aspecto que tambalea la economía catalana es la pérdida de tejido empresarial. Desde la falsa proclamación de la independencia, el goteo de empresas que decidió salir de la región ha sido constante. Suman ya 5.682 las compañías que han trasladado su sede social fuera de ese territorio autonómico –algunas de ellas símbolos del empresariado catalán como CaixaBank o Banco Sabadell–, una cifra que puede aumentar significativamente si la presión independentista se recrudece. El número de traslados de sociedades mercantiles sumó 2.536 empresas en 2017 –el momento más álgido–, 2.359 en 2018 y 787 en el primer semestre de 2019. Dos años después de esta desbandada, pocas sociedades han decidido dar marcha atrás y volver, solo 1.582 hasta junio, con lo que el saldo negativo asciende a 4.100 empresas.

Estas son las pérdidas denominadas cuantificables, pero existen otro parámetros que también minan la economía desde dentro. El daño de la imagen internacional, el deterioro de marcas y productos catalanes y la pérdida de capital humano –entre los que se van y los que no quieren ir– han provocado un aislacionismo difícil de contabilizar, pero que hace mucho daño al sector empresarial. Hay que recordar que Barcelona ya perdió la sede de la Agencia del Medicamento de la Unión Europea y, ahora, muchas compañías que barajaban trasladarse a la ciudad tras su salida de Reino Unido después el Brexit han descartado esta posibilidad.

El impacto económico de la huelga general convocada hoy en Cataluña puede rematar la semana trágica para la región. Y para muestra, un botón. La dirección de Seat ha decidido cerrar hoy la planta de Martorell por temor a los disturbios. La consecuencia directa es que la factoría dejará de fabricar 3.500 coches y sus 7.000 empleados perderán una jornada completa. El «think tank» Civismo estimó que el coste global del proceso soberanista catalán, solo en 2017, fue de 828 millones.

Publicaciones relacionadas