La política de defensa: crónica de un secuestro anunciado
28 de febrero de 2020

En su primera comparecencia de la presente legislatura, la ministra de Defensa presentó las líneas generales de su Departamento. Durante su intervención, señaló que la política de defensa debe estar fuera de disputas partidistas, con rango de política de Estado, a fin de conseguir el máximo consenso.

Margarita Robles destacó el papel de España como país solidario y activo en la búsqueda de la paz. Y añadió que, para poder continuar con dicho rol, debemos contar con unas Fuerzas Armadas modernas, adaptadas a los nuevos tiempos.

En el marco de este objetivo, el Ministerio debe prever cómo va afectar la revolución tecnológica a su capital humano. Para estar a la vanguardia de los últimos avances, debe promover el talento y, además, la igualdad entre hombres y mujeres.

Para lograrlo, la ministra resaltó la importancia de solventar la situación de aquellos militares que concluyen su compromiso de larga duración. En este sentido, la respuesta que se da desde el Ministerio consiste en facilitar el acceso al Título de Grado Medio, mayor número de plazas permanentes, y más plazas para el acceso a las Administraciones Públicas. Otra de las medidas apuntadas fue su inclusión en la dotación de servicios externos, que actualmente proveen empresas externas.

Por otro lado, Robles se refirió al área de recursos y capacidades, haciendo especial hincapié en la participación española en la Coordinación Estructurada Permanente de Defensa (PESCO por sus siglas en inglés), cuyo objetivo pasa por “obtener el máximo retorno posible de la inversión en estos proyectos”. Dentro de este apartado, mencionó los programas de modernización clave para el Ministerio:

  • Future Combat Air System (FCAS), del cual España es miembro de pleno derecho.
  • Vehículo de Combate sobre Ruedas (8X8 VCR); este programa constituye una prioridad absoluta. El Ejército de Tierra no puede prescindir de él. Ya está presupuestado un techo de gasto de 2.100 millones de euros, para la construcción de 348 unidades. La ministra adelantó que existe una propuesta de Santa Bárbara, SAPA e Indra, que es posible que se apruebe.
  • Submarino S-80; el primero de la serie ya se encuentra en fase de pruebas y estará plenamente operativo a finales de año.
  • Fragatas F-100; ya se hallan en fase de construcción, y se prevé que se entreguen las cinco unidades entre 2026 y 2031.
  • Comunicaciones/ Satélites; especial relevancia del Programa Galileo de la Unión Europea.

Por último, la ministra remarcó la necesidad de impulsar la cultura de la defensa, y un mayor conocimiento de las Fuerzas Armadas por parte de la sociedad civil. Además, puso de relieve la emergencia de un nuevo contexto geopolítico, dominado por la confrontación de las grandes potencias, en el que España tiene un firme compromiso con la OTAN y la autonomía estratégica de la Unión Europea. Ambas posturas, según Robles, resultan complementarias.

Sin embargo, esta comparecencia dejó algunos titulares que no se pueden obviar. Por ejemplo, la afirmación de que “es imposible que España llegue al objetivo del 2% del PIB en inversión en defensa”. No se entiende cómo se puede ser un socio y aliado muy fiable y, a la vez, incumplir de manera grosera los compromisos pactados.


No se entiende cómo se puede ser un aliado muy fiable y, a la vez, incumplir de manera grosera los compromisos pactados.


Más allá de las frases altisonantes, la ministra no dio una cifra concreta sobre la previsión que maneja el Departamento sobre un posible aumento del presupuesto.

Otra de las claves que se desprenden de esta intervención es el secuestro absoluto al que está sometido el Gobierno español. El representante de ERC dijo en su día, como primera declaración de intenciones, que “si el diálogo funciona, tendremos legislatura”. Esta frase refleja hasta qué punto el Ejecutivo nacional se encuentra supeditado a las decisiones de sus socios de coalición.

Por su parte, los portavoces de EH-Bildu y PNV, sentados juntos, llegaron a cuestionar las maniobras de las Fuerzas Armadas por montes vascos, e incluso catalogaron a los mandos militares como forofos del franquismo. En cuanto a la portavoz del PSOE, calificó la actuación de Ortega-Smith como la de “un friki, un rambo”, lo que presta un “flaco favor” a la defensa, al hacer que “nuestros soldados sean percibidos como objetivos fuera”.

Estas declaraciones contradicen la idea que sostuvo la propia ministra sobre la necesidad de un consenso en lo tocante a defensa, ya que resulta imposible alcanzarlo con fuerzas políticas que apuestan por el desmembramiento de España, que rechazan de plano la relación transatlántica (caso de ERC), o que incluso quieren politizar todos los estamentos de las Fuerzas Armadas.

Como vengo señalando, las funciones vitales del Estado ideal para un liberal clásico son dos: defensa y justicia.

Si ambas están infrafinanciadas, dicho Estado no puede cumplir sus obligaciones para con los ciudadanos. Además, de este hecho se deduce una conclusión nada desdeñable: que la situación de estos Departamentos no es casual. La falta de recursos para ambos supone dejar inoperante al Estado, lo que permite a otros entes asumir un mayor protagonismo.

Sin embargo, algunos liberales no comprenden que dentro del liberalismo convivan diferentes corrientes de pensamiento. De hecho, el famoso “reparto de carnés” es lo que ha conducido a esta ideología a la irrelevancia absoluta. La reducción del Estado elefantiásico español constituye la casa común de la que debe partir cualquier propuesta liberal. En el caso del liberalismo clásico, es evidente. Un aumento hasta el 2% en Defensa y otro 2% en Justicia supondrían pequeños aumentos presupuestarios, que vendrían acompañados de ajustes en otras áreas a las que se concede mucha más relevancia en los Presupuestos Generales del Estado. No obstante, si se sigue en la lucha fútil de ver si se es más papista que el papa, la mano se la seguirán llevando los estatistas y los enemigos de España.

Los liberales no debemos olvidar qué nos mueve: la libertad. El intento de reducir el liberalismo a una sola corriente de pensamiento supone un ataque frontal a la misma idea de libertad, algo más propio de líneas de pensamiento más totalitarias.

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