La gran depresión
12 de julio de 2016
Por admin

La década de 1930 es recordada todavía como la peor época, en tiempos de paz, para la economía del siglo XX. En Estados Unidos, el país en el que se inició la crisis, el PIB cayó en torno al 15% entre 1930 y 1933; el paro creció hasta el 25%; y el comercio internacional se redujo prácticamente a la mitad. Pero, ¿cómo han explicado los economistas esta desastrosa evolución de la economía más potente del mundo?

La pregunta es importante por dos motivos. El primero, porque la política económica a aplicar en una situación como ésta depende del diagnóstico que se haya hecho de ella; y el segundo, porque cuando, a partir de 2007, el mundo occidental se encontró con una nueva recesión, los economistas volvimos a estudiar a fondo lo que había sucedido tres cuartos de siglo antes. Pero veamos las principales teorías que han intentado explicar lo que sucedió en los años treinta.

Dejando a un lado interpretaciones radicales sobre la crisis global del capitalismo y su hundimiento, dos modelos fueron los protagonistas del debate en aquellos años. El primero tenía como fundamento la teoría austriaca del ciclo económico, de acuerdo con la cual una política monetaria en exceso expansiva habría hecho caer, de forma artificial, los tipos de interés; y esto habría producido un desplazamiento de la inversión hacia procesos relativamente intensivos en capital que sólo serían sostenibles con tipos de interés bajos.

Un aumento de tipos o una reducción de los fondos prestables tendrían como resultado inevitable una crisis, seguida por un ajuste de la economía real. Muy diferente fue, sin embargo, la explicación formulada por.Iohn M. Keynes. Su modelo se basaba en la insuficiencia de la demanda agregada; en otras palabras, el PIB se habría reducido porque no había suficiente demanda efectiva, es decir, demanda apoyada por poder de compra. Era preciso, por tanto, hacer que esta demanda aumentara.

Y, para ello, en su opinión, el Estado debería intervenir y convertirse en el protagonista de la política de estabilización. Cuando n principios de los años sesenta Milton Friedman estudió la Gran Depresión, era el modelo de Keynes el que, claramente, dominaba tanto el mundo de la teoría económica como el de la política. Pero en este enfoque, había al menos dos elementos que eran inaceptables para el profesor de Chicago. El primero, la idea de que la causa de la recesión fue una insuficiencia de demanda efectiva, que sólo el Estado podía solucionar; el segundo, el hecho de que, en la política económica keynesiana, el dinero desempeñaba un papel secundario, lo que chocaba abiertamente con el modelo monetarista que él defendía.

En su opinión, la auténtica causa de la depresión fue la desastrosa política de la Reserva Federal, que permitió A saJi Recolectores de guisantes en la indigencia’ (1936), de la fotógrafa Dorothea Lange, retrata los años de La Gran Depresión. una fuerte caída de la oferta monetaria, que tuvo efectos muy graves en los precios, la producción y el consumo. Tanto la teoría austriaca como la de Kcvnes han sido utilizadas en nuestros días para explicar la última recesión. ¿Significa esto que no hemos aprendido nada? Creo que, afortunadamente, hoy sabemos más que en los años treinta. Como dijo hace unos años Ben Bernanke, cuando era presidente de la Reserva Federal, una cosa hemos hecho bien: evitar el hundimiento de la oferta monetaria tras la última crisis bancaria, lo que habría tenido, sin duda, consecuencias desastrosas. Es a Friedman a quien se lo debemos. 

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