Juergen Donges: “En toda democracia hay un 155; lo contrario es la anarquía”
8 de noviembre de 2017
Por admin

El catedrático emérito de Ciencias Económicas de la universidad de Colonia (Alemania) Juergen B. Donges recibe a elEconomista en la sede de la Fundación Rafael del Pino en Madrid, donde el pasado lunes dio una conferencia magistral sobre la coyuntura que se vive en Europa. El profesor, que no elude preguntas, contesta con firmeza sobre el conflicto catalán y su nueva proyección internacional.

Con Carles Puigdemont en Bruselas, ¿debería mediar de alguna forma la UE en el conflicto?

Pienso que es un problema interno de España y no veo razón por la cual tenga que intervenir otro país o la Unión Europea. No sé qué puede aportar una mediación europea en el asunto partiendo de que los soberanistas catalanes quieren hablar de cómo salir de España y quedarse en la UE, y eso en el resto de países no se acepta. Por eso, la retórica del diálogo es una forma de confundir a la opinión pública. Sólo quieren dialogar condiciones de salida, no buscar un nuevo encaje en España.

¿Cómo valora la aplicación del 155?

El artículo 155 me gusta porque está copiado del 37 de la Constitución alemana. Todas las democracias tienen mecanismos para garantizar la integridad territorial. Si no, viviríamos en la anarquía. El 155 se tiene que mantener si el nuevo Gobierno declara la independencia. Es el freno para la aprobación de leyes anticonstitucionales.

¿Qué ocurrirá después de las elecciones del 21-D?

El 21-D es la fecha clave. Lo importante es que, al margen del resultado, quede claro que Cataluña vuelve a la normalidad política. Pero esto no excluye que al Gobierno saliente le guste mucho la independencia. Hay que separar lo que son las ideas de cómo se ejecutan, para tranquilizar a los mercados. Si no se volviera a la normalidad, mantendríamos la incertidumbre económica que funciona como un impuesto sobre el crecimiento de los países.

¿Puede afectar la crisis catalana a la economía del euro?

Primero afectaría a Cataluña con un freno de las inversiones propias y externas, ya que los empresarios toman la postura del wait and see, de esperar para realizar inversiones a que se tranquilice la situación. En este sentido, se daría todo lo necesario para llegar a una recesión en Cataluña. Aparte de la inversión extranjera, está el impacto en el sector turístico. Ya hay un gran touroperador norteamericano que ha quitado a Cataluña de sus destinos de crucero, ya que está en una pérdida de reputación en los mercados y a nivel mundial que cuesta recuperar. Y hay que añadir que se van empresas y gente cualificada. Ello acabaría también afectando a la economía del resto de España, y si las agencias de crédito empiezan a bajar el rating y sube la prima de riesgo, ahí sí habría efecto contagio en la UE.

¿Cómo valora la gestión de Rajoy?

El Gobierno debería ser más activo en la comunicación. Tenía que haber hecho pedagogía económica desde el principio, igual que decir que si se va Cataluña estaría fuera del euro. Al principio, la política de comunicación exterior ha sido más corta de lo necesario y hasta en la prensa alemana se compraba al cien por cien la propaganda de los secesionistas. Ni siquiera se distinguía lo que hace el Gobierno de lo que hace el Tribunal Constitucional. Esto ya ha cambiado gracias al propio Puigdemont por irse a Bélgica de la forma que se fue.

¿Puede tener efectos negativos la retirada de estímulos del BCE?

No tiene ningún sentido que con el periodo de crecimiento firme que atravesamos haya una política monetaria ultraexpansiva y más aún que en los años de la crisis. Eso sí, hay que organizar la salida del programa de bonos y subida de intereses. No se puede hacer de una forma brusca y, además, es necesario comunicar bien con los mercados monetarios para no generar inestabilidad. Espero que Draghi reconduzca esta política antes de que se vaya en octubre de 2019.

¿Cómo acabará la negociación del ’Brexit’?

En Inglaterra hay mucha gente a nivel de Gobierno que está arrepentida del Brexit. Les ha pillado de sorpresa la posición común y firme de la UE. Al principio, se intentaron desde Reino Unido negociaciones bilaterales, pero no funcionó. Está claro que Reino Unido tiene sus obligaciones y tendrá que pagar, eso es el primer problema. El segundo es qué hacer con los ciudadanos europeos que trabajan en Reino Unido, y que con un Brexit duro deberían salir, con la consiguiente pérdida de valor añadido. El tercer problema es mantener la frontera abierta con Irlanda. No obstante, el gran perdedor de esto va a ser Reino Unido.

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