Hemos tocado fondo, ¿comienza la recuperación?
31 de diciembre de 2020

España ha sido una de las economías más castigadas por el Covid-19. En este cuarto trimestre, como consecuencia de la segunda ola de la pandemia, se espera una contracción de la actividad económica. La evolución de los indicadores publicados esta semana (Comercio Minorista, IPC y ahorro de las familias) señalan que, por ahora, no hay recuperación.

El consumo se contrae

El Índice de Comercio Minorista muestra que durante el mes de noviembre las ventas de bienes de consumo cayeron un 0,8% con respecto a octubre. Se trata del peor dato desde el mes de abril, cuando la economía sufría los peores efectos de la primera ola de la pandemia. Las causas de esta menor demanda de las familias en noviembre (y desgraciadamente también en diciembre) son:

a. Las dificultades de movilidad debido a la segunda ola de la pandemia (distanciamiento social, cierres perimetrales y toques de queda), a lo que se unió la confusión y el desorden generado por los cambios frecuentes en esas medidas en las diferentes comunidades autónomas. También se redujo el uso del automóvil, que provocó una fuerte caída del consumo de combustibles: las ventas en estaciones de servicio cayeron en noviembre un 4,4%.

b. La reducción de la masa salarial por el aumento significativo del número de trabajadores parados en el mes de noviembre. A los que se suman los que están afectados por un proceso de ERTE (108.800 personas más que en octubre). En el comercio minorista, uno de los más afectados por la pandemia, la ocupación cayó en noviembre un 3,5% respecto al mismo mes de 2019.

c. Este enfriamiento del mercado de trabajo está pasando factura a la confianza de las familias. El miedo ante un escenario incierto ha llevado a muchos ciudadanos a ahorrar en vez de gastar. El lado positivo de este mayor ahorro es que permitirá a las familias consumir más cuando las condiciones mejoren.

El INE publicó ayer que la tasa de ahorro de los hogares se situó en el tercer trimestre en el 15,1% de su renta disponible, que es su nivel máximo de toda la serie histórica (si se excluye el segundo trimestre de este año). La mayor parte del ahorro generado por las familias ha sido por precaución ante la situación de incertidumbre.

La reducción de precios

La menor demanda de consumo de las familias y el descenso de los precios de los carburantes está provocando que la inflación siga en terreno negativo. Según informó ayer el INE, en 2020 el IPC adelantado retrocedió hasta un -0,5%, continuando la tendencia a la deflación que mantiene desde marzo. Se trata de la mayor reducción de precios en un año natural desde 2014.

Una lectura positiva de este dato es que las caídas en los precios permiten que los jubilados y los trabajadores ganen poder adquisitivo. Al ser la inflación negativa, no tiene sentido económico que en una crisis tan grave hayan aumentado las pensiones y los salarios de los funcionarios. Esta caída de los precios favorece la competitividad de los productos españoles, lo que se traducirá en un aumento de las exportaciones. Además, la diferencia de inflación de la media de la zona euro (nuestro principal rival), al ser mayor que la española, mejorará la competitividad de nuestras empresas.

Estancamiento en 2021

Esta situación de estancamiento de los precios parece que continuará en 2021, favorecida por: a) la necesidad que van a tener las empresas de recuperar y aumentar sus ventas, por lo que les será difícil que puedan subir los precios; b) la reducción de los precios de los bienes de consumo importados por la apreciación del euro frente al dólar: ayer el tipo de cambio cotizaba a 1,23 dólares (hay que remontarse a marzo de 2018 para encontrar un euro más apreciado); y c) el aumento de la oferta de bienes de consumo que se está produciendo a nivel mundial.

También será clave la capacidad de reconstruir el capital productivo aniquilado a lo largo de 2020, a la vez que se fortalece y recalifica el capital humano para transitar hacia una nueva economía. Por último, si la utilización de los fondos europeos fuera eficiente, la inversión pública y la privada que se genere consolidarían la anhelada recuperación.

Las consideraciones expuestas, además de la llegada de la vacuna a la mayoría de la población, el auge del consumo de bienes duraderos, la disponibilidad de la inversión embalsada durante el ejercicio 2020 y el crecimiento de los socios comerciales de España (que aumentarán las exportaciones y el turismo), hacen pronosticar un escenario de recuperación económica. Confiemos en que así sea.

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