Hay que evitar el desplome del turismo en las islas Baleares y Canarias
1 de junio de 2020

La recuperación prevista para la economía española tras la disipación de la pandemia será, de partida, muy gradual. Pero además será heterogénea, dependiendo de cada territorio y sector, siempre condicionada por las fases de la desescalada en que se encuentre el mismo. Según el Banco de España, una serie de autonomías en el país, por su situación y la estructura económica que presentan, se encontrarán con mayores dificultades. Así, los desequilibrios se ensancharán.

Tenemos autonomías como las Islas Baleares o las Islas Canarias que presentan una estructura económica dependiente del sector turístico, que aporta más de un 35% de su PIB.

En el conjunto de España el turismo, contando servicios auxiliares y sectores agregados a dicho sector, aporta un 25%. Pero Canarias y Baleares tienen, respectivamente un 35% y un 45% de su PIB supeditado a dicho sector. Si a esto le sumamos que el turismo, también, condiciona cerca del 30% de la fuerza laboral -llegando a incrementarse debido a un 32% de temporalidad- su situación empeora.

Hosteltur calcula pérdidas de 72.000 millones de euros o hasta 92.000 millones. Canarias podría perder más de 7.000 millones en el escenario ‘positivo’ y 10.000 millones en el otro.

Así, haciendo el mismo cálculo para Baleares, en un escenario optimista en el que las pérdidas se estabilizasen en el mes de julio, las islas podrían dejarse 7.000 millones. En un escenario peor superarían los 9.000 millones de euros. Así, las pérdidas para el sector reducen el PIB turístico en casi un 50%, teniendo su consecuente impacto en el empleo y en la contratación.

Esto es algo a tener en cuenta, pues si en lugar de tener en cuenta aquellas economías más turísticas tenemos en cuenta otras economías como Cataluña, con su aporte, teniendo en cuesta que el descenso también se cifra en torno al 50% del valor de su PIB turístico, las pérdidas, debido a su mayor contribución monetaria al PIB turístico nacional, ascienden hasta superar los 13.000 millones de euros. En este sentido, pérdidas que únicamente se observan en el sector turístico, sin tener en cuenta el daño de otros sectores.

Por esta razón, dicho impacto no solo es malo para la economía, sino que para algunas regiones es devastador. Razón por la que seguir sin una estrategia definida en este sentido, así como sin la dotación de recursos y garantías para sacar adelante el sector, es condenar económicamente a muchas de las autonomías españolas que, por la situación y su estructura, se muestran incapaces de poder actuar y tomar decisiones.

Y, con esto, debemos destacar que no hablamos tampoco de un caso aislado, pues otra serie de economías como Italia, Francia u otras potencias turísticas en el mundo, se tendrán que enfrentar a coyunturas muy similares.

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