Fortalezas y debilidades de la economía de mercado
20 de febrero de 2020

Por Antonio Argandoña

Hace unos días Robert Sirico presentó en Madrid, de la mano de la Fundación Civismo, su libro «En defensa del libre mercado», recién traducido al español. No pude asistir a la presentación -a pesar de la alta velocidad, Madrid está aún lejos de Barcelona-, pero disfruté leyendo la larga reseña de Expansión (4 de febrero). He aquí algunas ideas que me parecieron oportunas. Pero antes, dos palabras sobre el protagonista.

Robert Sirico es sacerdote y presidente del Acton Institute, un think tank norteamericano que defiende la libertad económica. Leí hace años la historia de Fr. Sirico: izquierdoso en su juventud, gestionaba un comedor de caridad para indigentes; después de darles de cenar, recogía todo e iba a cenar a un bar próximo, donde un matrimonio y su hija se ganaban pobremente la vida. Y un día se dio cuenta de que él actuaba como competidor de esos «burgueses»: si, en lugar de dar de comer él a los pobres, les daba un vale para que cenasen en el bar, ellos no saldrían perdiendo, y los dueños del bar se ganarían mejor la vida. Probablemente, esta no es toda la historia de la «conversión» de Fr. Sirico al libre mercado, pero supuso, probablemente, un paso importante.

En su libro, Fr. Sirico dice que la Iglesia católica no se opone al liberalismo económico, sino a la versión materialista de este, cuando va más allá de la libre empresa, la propiedad privada, la emprendeduría, el Estado de derecho, etc., para proponer que todo lo que hay que hacer es dejar que funcione el libre mercado, sin restricción alguna, es decir, independientemente de su marco jurídico, institucional y social. Sin ese marco, el mercado es como un coche capaz de correr a gran velocidad, sin marcas en la carretera, sin señales de tráfico…

O sea, el libre mercado no se corrige por sí solo, sino que necesita ese marco institucional y legal. Sin él, por ejemplo, la búsqueda del beneficio puede convertirse en un daño social si, por ejemplo, acaba en confabulaciones para subir los precios, en aumento del poder de mercado o en abuso de la asimetría de información que se da entre la oferta y la demanda.

«Los mercado nos dicen la verdad de la oferta y la demanda, pero no nos dicen la verdad sobre quién es el ser humano. El mercado libre no es la salvación del mundo, pero es lo que ofrece la mejor oportunidad para la prosperidad humana y para que cada persona elija en libertad», recogía el artículo de Expansión.

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