Fabricar más pobres
7 de marzo de 2016
Por admin

¿Por qué trabajar si se pueden obtener unos ingresos similares sin hacer nada? Ésta es la pregunta que se van a formular aquellas personas empleadas cuyo salario se acerque al de la Renta Garantizada. Quiero afirmar con rotundidad que la Administración debe socorrer a quienes, haciendo todo lo que pueden para costear su sostenimiento, no lo consiguen. Sin embargo, considero depravado tentar a los más desfavorecidos a que pierdan la dignidad que supone valerse por sí mismos. Encierra una gran nobleza escoger vivir con un salario bajo antes que claudicar y ser un mantenido más. Resulta admirable renunciar a un subsidio para lograr la realización personal de conseguir un salario ganado con el propio esfuerzo y sentir así el legítimo orgullo de sentirse útil.

La organización que de verdad ayuda a los más desafortunados es Cáritas con sus miles de voluntarios. Éstos no solo proveen de medios materiales, sino que dan comprensión y afecto a las víctimas de la exclusión social. Ésa es la solidaridad de la que Navarra ha sido siempre un ejemplo vivo, con la entrega desinteresada de tantos misioneros y cooperantes. Éstos son los auténticos héroes, por mucho que les moleste a esos políticos que quieren acaparar todo el protagonismo por razones partidistas, sectarismo que les lleva a hacer el vacío a aquellas ONGs con raíz religiosa. Además, una sociedad civil comprometida es mucho más eficiente que la gestión pública, porque una buena parte de sus recursos los consume la burocracia.

Al margen de estas críticas, considero que la iniciativa pública tiene todo el sentido si se hace con inteligencia. Me refiero a que ese subsidio se ofrezca a cambio de una contraprestación del beneficiario en tiempo y trabajo. No sirve obligar a asistir a unos cursos de formación que, ni interesan a quienes los reciben, ni les lleva al empleo. Eso es seguir tirando el dinero público. Pondré ejemplos de tareas que muchas veces nadie las asume en las que podrían colaborar los perceptores de esa Renta. Tenemos incendios porque nuestros bosques no están limpios. En la mayoría de los países, la entrada y salida de los niños en los colegios está custodiada por voluntarios que se ponen un chaleco reflectante y con una señal de stop detienen a los vehículos para que los escolares crucen seguros las calles. Qué decir de la imperiosa necesidad de asistir a tantos ancianos, impedidos y discapacitados para que puedan desplazarse. Hay labores para todos los gustos que, al margen de la labor social que suponen, reducirían la picaresca de la que algunos pará- sitos sociales presumen.

Esta Renta no es una conquista social porque no va eliminar la pobreza auténtica sino a aumentarla. El reto para resolver la miseria es crear trabajo, no servirse de la desdicha para hacer clientelismo electoral. El viernes, al deliberarse sobre la articulación de esta prestación, el Ejecutivo anunció que se vería obligado a elevar los tributos. No tengo ninguna duda que una mayor carga impositiva va a destruir empleo porque convertir a Navarra en un infierno fiscal perjudicará la inversión y la creación de empleo. Resulta una ingenuidad por parte del cuatripartito nacionalista-radical no valorar que la primera pregunta que se hace un emprendedor es el régimen fiscal que va a tener que soportar donde se implante.

Van a hacer que en Navarra haya más pobres porque con esas medidas, tan demagógicas como falsas, la recaudación bajará en el 2017 y habrá menos dinero a repartir. Por último, está el ‘efecto llamada’ que puede atraer a desheredados españoles o extranjeros que se enteren de que tras dos años de vivir en Navarra gozarán de una renta, quizá vitalicia, que les permita vivir sin trabajar a costa de una clase media expoliada.

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