Es posible que el PIB se hunda aún más ante los riesgos que afronta la economía
19 de octubre de 2020

El Banco de España reafirmaba la posibilidad de una mayor contracción de la economía española tras la publicación de la actualización de las perspectivas de la economía mundial que realizaba el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Un informe muy esperado por los economistas, ya que muestra las previsiones de crecimiento de todas y cada una de las economías que integran el planeta. Por lo que su relevancia, hace de este informe una lectura obligada para todo aquel que se muestre interesado en conocer la evolución de la economía.

Este informe muestra una situación delicada e incierta, en la que, como ha anunciado en cada una de sus publicaciones el propio organismo, elaborar proyecciones en las que no se pueden recoger todas las variables, dificulta la medición de una pandemia que es imposible de controlar.

Así lo reflejaba el organismo en su primer informe del año, en el que mostraba que, debido a la naturaleza de esta crisis y la imposibilidad de controlar el virus, la proyección estaba basada en una disipación de las medidas de distanciamiento social, así como una reactivación de la economía durante el segundo semestre del año.

Esa incapacidad de establecer proyecciones llevó al organismo a equivocarse en sus pronósticos. Pues, como sabemos, no solo no hemos reactivado la economía como se esperaba, sino que el deterioro económico y los confinamientos parciales que siguen acechando dicha actividad, ha sido peor de lo previsto.

Riesgos que afectan a la economía

En este sentido, al leer el resumen ejecutivo del informe y las previsiones a medio y corto plazo, curiosamente encontramos un nuevo apartado en el que el FMI cita aquellos riesgos que podrían provocar desviaciones en las previsiones a lo largo de los próximos meses.

Unos riesgos que derivan de ese alto grado de desconocimiento, donde la única certidumbre es la propia incertidumbre que ensombrece el escenario futuro. Y es que, como ya ocurría en el pasado informe, el pronóstico se basa en factores económicos y de salud publica que son inherentemente difíciles de predecir.

Una primera capa está relacionada con la trayectoria de la pandemia, la respuesta que debe darle la salud publica y los trastornos asociados de la actividad interna, particularmente en el caso de los sectores donde el contacto es intensivo.

El informe resalta otras fuentes de incertidumbre que, como la magnitud de los efectos de derrame mundiales generados por la debilidad de la demanda, la disminución del turismo y la disminución de las remesas, resultan muy difíciles de predecir ajustadamente.

Hablamos de un sinfín de escenarios contrafácticos que- como anunciaba el propio Banco de España- no pueden descartarse ante semejante situación. Pues ni el propio organismo tiene constancia de que dichas predicciones puedan tener validez en cuestión de dos semanas. Y es que, con más motivo aún, el organismo vuelve a citar un tercer conjunto de factores que condicionarán el crecimiento o decremento, de la economía en los próximos meses.

Incertidumbre en las previsiones

En este sentido, el organismo hizo referencia a determinados factores que tienen que ver con el ánimo de los mercados financieros y sus implicaciones para los flujos internacionales de capital. Además, existe una gran incertidumbre en torno al daño sufrido por el potencial de oferta, que dependerá de la persistencia del shock producido por la pandemia.

El informe ha arrojado un menor pesimismo que el que mostraba el publicado el pasado mes de junio, presentando una dificultad agregada en su consideración. Y digo agregada, por el hecho de que el grado de acierto del FMI en la predicción de grandes crisis a lo largo de la historia no refleja confianza como para confiar en esos escenarios estáticos que citábamos.

Pues, pese a que hablamos de una institución que cuenta con el mayor grado de credibilidad y confianza entre todos los organismos, el mismo personal del FMI reconoce que cabría esperar que los modelos estadísticos fueran más precisos.

Entre 1991 y 2016, el FMI pronosticó correctamente 47 recesiones sobre una muestra de 117 países. En contraste con esta cifra, las recesiones registradas se cifraron en 313, por lo que al realizar los cálculos, nos hace llegar a la conclusión de que tan solo un 15% de las veces, y en condiciones donde los riesgos eran más limitados, el FMI acertó en sus predicciones.

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