El misterioso caso de la frontera irlandesa
8 de abril de 2019

No era difícil imaginar, desde el momento mismo en el que triunfó la opción del brexit en el referéndum, que surgirían problemas de todo tipo para llevar a cabo la separación del Reino Unido de la Unión Europea. Pero debo confesar que nunca imaginé que la cuestión de la frontera irlandesa se convirtiera en uno de los temas más importantes del debate. Y lo cierto es que no solo se trata de un asunto fundamental, sino también de un problema que no tiene (ni puede tener) una solución sensata.

La cuestión es que el brexit tendrá previsiblemente como resultado la necesidad de restablecer la frontera entre los dos territorios de Irlanda que fue abolida tras el acuerdo de paz del día de Viernes Santo de 1998. La razón es fácil de entender. En una unión aduanera todos los países miembros tienen un arancel exterior común. Por tanto, es irrelevante el puerto de entrada de las mercancías importadas de países terceros, ya que en todas las aduanas les van a liquidar el mismo arancel. Y esto permite, además, la desaparición de las aduanas entre los distintos estado miembros, lo que no ocurriría si los derechos a la importación no se encontraran unificados.

Mientras los británicos sigan siendo miembros de la unión aduanera europea, no va a existir una aduana entre los dos territorios en los que está dividida Irlanda. Pero si el Reino Unido abandona la Unión Europea y establece sus propios aranceles, la aduana volverá a ser necesaria, ya que, en caso contrario, se utilizaría como puerto de entrada de las importaciones aquel que cobrara aranceles más reducidos.

Y se teme que el restablecimiento de la frontera agravaría los problemas del Ulster, donde la situación política es bastante confusa desde hace algún tiempo.

Cabe desde luego, buscar alguna solución “imaginativa”. Y se ha hablado ya de aplicar nuevas tecnologías para el control de las importaciones, que nadie sabe muy bien en qué consistirían, o se podrían crear puntos de control del tráfico de mercancías a algunos kilómetros de la línea de separación de ambas zonas, para que no se note demasiado que existen aduanas otra vez.

Se trataría tan solo de una apariencia, ciertamente. Pero cuando se pretenden conseguir simultáneamente objetivos contradictorios, pasan estas cosas.

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