El creciente papel del Estado en la economía
13 de julio de 2016
Por admin

En la década de 1930, el peso del Estado aumentó de forma significativa en la economía de muchos países. Por una parte, estaba la Unión Soviética, que había creado un sistema que aplicaba políticas económicas que nadie había experimentado hasta entonces. Por otra, el fascismo y el nacionalsocialismo rechazaban de forma explícita los principios de la economía liberal y atribuían al sector público un papel fundamental en la regulación -más bien, el control- de cualquier tipo de actividad económica.

Pero incluso la nación que era la enseña del capitalismo y la libre empresa, Estados Unidos, empezó también a dar pasos hacia una intervención creciente del Estado. Las circunstancias de cada uno de estos países eran, ciertamente, diferentes. La Unión Soviética fue, sin duda, mucho más allá que cualquier otra nación en la planificación central de su economía. Pero como la información que se tenia en Occidente de la experiencia rusa era muy limitada y se sabía aún muy poco de sus graves problemas, mucha gente estaba convencida de que los soviéticos estaban marcando al resto del mundo el camino por el que la economía iría en el futuro.

En Alemania, la vieja tradición de un Estado poderoso y el socialismo de cátedra encajaban bien en los principios del nacionalsocialismo. Corno afirmó Havek, muchos economistas alemanes que había servido primero al Imperio, y fueron luego socialdemócratas en la República de Weimar, no tuvieron mayores problemas para aceptar los principios del nacionalsocialismo. Además, la política económica de Hitler en los primeros años de su mandato, basada en un elevado gasto en armamento y en obras públicas, logró estimular el crecimiento y redujo de forma sustancial el desempleo, que había sido un problema muy grave en los años anteriores. Una cuestión a la que nunca podremos dar respuesta es cuánto tiempo habría podido soportar la economía alemana este gasto y qué habría sucedido si, unos años más tarde, el país no hubiera entrado en guerra.

En Estados Unidos, el New Deal del presidente Roosevelt -que integraba un importante programa de obras públicas con una mayor intervención del Estado en la economía- fue presentado por sus partidarios como la gran estrategia para salir de la depresión; y muchos economistas e historiadores han defendido, desde entonces, que esta política tuvo un gran éxito. Pero un análisis detallado de los datos muestra resultados que indican que el presidente estuvo lejos de lograr sus objetivos. Es cierto que, entre 1934 y 1937, se frenó la caída del PIB y el país logró tasas de crecimiento positivas.

Pero, en 1938, Norteamérica volvió a entrar en recesión; y su economía sólo recuperó el nivel de 1929 y redujo sus altas tasas de paro en 1941, cuando el país entró en guerra. El New Deal de Roosevelt fue presentado como la estrategia para salir de la depresión. También en el campo de la teoría económica, el Estado pasó a desempeñar un papel relevante, en especial gracias a las ideas de John M. Keynes. No es cierto que Keynes fuera el inspirador directo de las políticas antes mencionadas.

Pero el economista británico les suministró un fundamento teórico sólido, alejado de los principios del liberalismo. En el prólogo a la edición alemana de su Teoría General (1936), Keynes afirmó sin ambages que su modelo se adaptaba mucho mejor a un Estado totalitario como el de la Alemania nacionalsocialista que a una economía basada en la competencia y el laissez-faire. A los keynesianos, antiguos y modernos, no suele gustarles que les recuerden este texto. 

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