Efectos del ‘estornudo’ bursátil en China
13 de julio de 2015
Por admin

Uno de los pocos elementos que han eclipsado el problema griego es la fuerte caída de los principales índices bursátiles de China Continental y Hong Kong. Este movimiento se ha producido de una forma rápida e inesperada, lo cual ha dado la vuelta al mundo y puesto el foco de atención en los posibles problemas estructurales de la segunda economía del mundo.

Este fenómeno parte de un hecho clásico observable en los mercados financieros: la sobrerreacción de los agentes bursátiles. Tal como señalaba el profesor Dornbusch en los años sesenta, un shock de carácter transitorio -un dato macro peor o mejor de lo esperado, por ejemplo- provoca una reacción del mercado rompiendo los niveles promedio a los que cotizaba para luego después volver a dicho entorno.

A pesar del afán en los últimos días de encontrar explicaciones complejas a lo sucedido en China, la realidad es mucho más sencilla de lo que parece. El mercado se encuentra en plena fase correctiva tras un año de fortísimas subidas acumuladas. En términos de los distintos índices, el Hang Seng de Hong Kong acumuló una subida del 26,4 por ciento interanual hasta finales de abril, marcando máximo histórico. Más espectacular ha sido la subida en el índice principal de la Bolsa de Shanghái, el cual hasta máximos de principios de junio se revalorizó un 150 por ciento interanual.

En todo este tiempo desde máximos, el Hang Seng ha perdido un 11,5 por ciento mientras que el Shanghái Composite lo ha hecho en un 25 por ciento, corrigiendo una parte muy pequeña de la subida registrada en el último año. En este sentido, cabe preguntarse ¿por qué ha subido la Bolsa china tanto y tan rápido en todo este tiempo? ¿Cuál es el catalizador de las bajadas de los últimos días?

Tanto las Bolsas de China Continental como la de Hong Kong están recibiendo ingentes cantidades de inversión procedentes no sólo de China sino también de fuera. Un buen indicador de esta situación es tanto el número de salidas a Bolsa de compañías (192 OPS en Shanghái y Shenzhen entre enero y junio) como la «lista de espera» de empresas que quieren salir a financiarse mediante la venta de acciones.

Hasta la fecha, las nuevas cotizadas han captado en torno a 4 billones de yuanes (más de medio billón de euros) con un doble motor: por un lado, la extensión de la inversión en Bolsa hacia pequeños y medianos ahorradores y, por otro lado, el impulso del Gobierno de Beijing a que todas las empresas, con independencia de su tamaño, salgan al mercado para su posterior expansión internacional.

Dada la avalancha de demanda de acciones y productos derivados, los parqués chinos se han sobrecalentado, situándose en máximos históricos. En este punto, uno de los elementos clave es el papel de los brokers y las casas de intermediación de derivados. Por ello, dada la concentración evidente de riesgos tanto en la operativa como en las coberturas, el Gobierno chino ha intervenido mediante una estrategia de «soft-landing»: la creación por parte de 21 brokers de un fondo de liquidez para cubrir posibles insolvencias, dotado con 120.000 millones de yuanes.

En virtud de estos hechos, el mercado necesita un ajuste cuya velocidad depende de los estímulos que puedan introducir agentes tan importantes como el Banco Central chino o los reguladores. Desde hace varios días, la «hoja de ruta» es evidente y está trazada en dos partes: la primera es el «palo» o desplome contundente del valor de las cotizadas; mientras que la segunda es la «zanahoria» a través de medidas como la inyección de liquidez o la paralización de las salidas a Bolsa.

Nada de lo que ha ocurrido, en suma, es casualidad. Cuando el precio de una compañía se separa de sus fundamentos, más tarde o más temprano termina rectificando su trayectoria. Precisamente, las blue chips como China Railway, Tencent o ICBC, han corregido buena parte de las subidas del último año mientras sus fundamentos van más allá del proceso de ajuste y cambio estructural de la economía china. El «estornudo» bursátil chino servirá para dar un nuevo impulso más moderado a la internacionalización del yuan y a la expansión internacional de las empresas chinas.

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