Becker y el imperialismo de los economistas
28 de julio de 2015
Por admin

Una de las características más llamativas de la ciencia económica de las últimas décadas es la gran ampliación que ha experimentado su campo de estudio. Lejos de limitarse a lo que tradicionalmente se han considerado problemas estrictamente económicos–análisis de mercados y precios, dinero y banca o ciclos– los economistas no dudan hoy en abordar cuestiones tan aparentemente alejadas de su campo habitual como el comportamiento de los políticos, la eficiencia del derecho, la vida familiar o la adicción a las drogas. Se trata de lo que suele denominarse el imperialismo de los economistas, aceptado por algunos como un primer paso hacia una ciencia social unificada basada en la teoría de la elección racional, y criticado por otros como una inaceptable intromisión de los economistas en el estudio de conductas humanas que –se dice– nada tienen que ver con la racionalidad y la maximización de la utilidad que aquéllos presuponen.

La gran extensión y diversidad de las cuestiones suscitadas por esta nueva economía política plantea, sin duda, un problema importante: ¿qué es lo que tienen en común todos estos estudios, que tratan de cuestiones aparentemente tan diversas? La respuesta es sencilla: la aplicación de la misma metodología, la metodología del análisis económico. La idea es que, si el método que es válido para estudiar problemas de salarios o inversiones, puede serlo también para analizar otras actividades que llevan a cabo las mismas personas; es decir, para estudiar aspectos variados del comportamiento humano.

El economista que más ha hecho por extender las fronteras de nuestra disciplina en estas nuevas direcciones ha sido, sin duda, Gary Becker. Nacido en Pottsville (Pennsylvania) en 1930, se doctoró en 1955 en la Universidad de Chicago con una tesis sobre la discriminación racial, que introdujo por primera vez la teoría microeconómica en el estudio de un problema que, hasta la fecha, había sido competencia casi exclusiva de sociólogos y juristas. Profesor en Columbia entre 1957 y 1968, regresó a Chicago en 1970 y, a lo largo de los siguientes cuarenta años, desarrolló una obra de gran originalidad que lo convirtió en el economista más innovador de nuestra época. Hizo Becker aportaciones muy importantes al estudio de cuestiones como la teoría del capital humano, el uso del tiempo, las estrategias de los políticos, la criminalidad, la familia, la formación de gustos y preferencias o la adicción a las drogas, creando en algunos casos nuevos campos de investigación en temas que nunca antes habían sido abordados por los economistas. A nadie sorprendió, por tanto, que en 1992 le fuera concedido el premio Nobel por sus trabajos sobre la aplicación de la teoría económica al estudio del comportamiento humano y, en concreto, del comportamiento en actividades no relacionadas directamente con el mercado.

Gary Becker realizó también una gran labor en la divulgación del análisis económico, tanto en sus columnas en la revista Business Week como en el extraordinario blog de debate con Richard Posner, que mantuvo abierto hasta pocas semanas antes de su fallecimiento el día 3 de mayo de 2014.

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