¿2019 es el nuevo 2009?
28 de abril de 2019

Es la primera vez en la que, en menos de un mes, los ciudadanos vamos a ser convocados a cuatro urnas distintas. Quizá nunca el mercadeo de promesas electorales ha resultado tan competitivo, porque todos prometen más por menos. Lo que no nos cuentan es que estamos inmersos en una desaceleración económica, frenazo que también afecta a la región de la que más dependemos: Europa. Erigirse en profeta de desgracias ante una elecciones ahuyenta a los votantes, y a todos nos agrada creer que nos puede ir mejor y, además, gratis. Debiéramos estar más prevenidos ante un márketing que nos seduce con la idea de que otros nos van a resolver los problemas, sin pedirnos apenas nada a cambio. La respuesta inteligente pasa por votar con responsabilidad. No nos dejemos engañar, la opción mejor es aquella que resulte más factible, lo que implica ignorar, por pura cautela, a quienes nos vendan un hoy maravilloso sin esfuerzo alguno.

Muchos analistas detectan paralelismos entre el momento del ciclo económico en que se halla España con el que se vivía a principios de la crisis. Ambos marcados por signos de desaceleración. Mientras tanto, seguían manteniendo abierto el grifo del gasto, para que éste corriera libremente, con una torticera vocación populista que les aupara en las urnas. Una temeridad que se pagó cara.

¿2019 es el nuevo 2009?
Vocento

En 2009, según datos de Fedea, las comunidades que presentaban un gasto no financiero por habitante más elevado eran Cataluña, Castilla-La Mancha, Murcia, Asturias, Aragón, Baleares, Andalucía, Cantabria, País Vasco y Extremadura. Todas gobernadas por el PSOE, a excepción de Murcia, que lo estaba por el PP, y de Cantabria, con el partido regionalista. En el extremo contrario de la tabla se encontraban Canarias y Navarra, cuyos Ejecutivos los encabezaban sus respectivas formaciones de corte autonómico (Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro), seguidas de Comunidad Valenciana, La Rioja, Madrid, Galicia, y Castilla y León, feudo del PP por aquel entonces.

Llegó la crisis, y en todas las comunidades, sin distinción de colores y siglas políticas, la inversión pública por habitante se desplomó. Una década después, en 2018, el nivel de gasto se ha recuperado, pero las diferencias entre unas regiones y otras son notables. Se ha demostrado que aquellas que aplicaban unas políticas más expansivas vivían en una ficción insostenible, a la que bastó un baño de realidad financiera para derrumbarse. Su gasto es el que, todavía hoy, se halla más lejos de igualar el que alcanzaron en la bonanza. Destaca especialmente el caso de Castilla-La Mancha, Cantabria, Andalucía, Cataluña y Asturias.

Por el contrario, en general, las comunidades que partían de niveles de gasto más moderados lo han recobrado. La que más se aproxima es País Vasco, que resistió mejor la crisis, pero también La Rioja, Baleares, Madrid, Aragón, Comunidad Valenciana y Navarra. En las próximas semanas nos aguardan muchos cantos de sirena. Por eso, convendría recordar que, cuanto más gasto prometan, más dura será la caída.

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