Sánchez y Chivite, a lo suyo
7 de enero de 2020

Sánchez y Chivite han perdido su credibilidad porque, en su obsesión por ostentar un alto cargo, han faltado a la verdad. Ambos prometen en cada momento lo que más les beneficie, sin que les preocupe, si así conviene a sus componendas políticas, hacer lo contrario unos días más tarde. Los quiebros oportunistas para acceder a la Moncloa demuestran que Sánchez y Chivite tratan a los ciudadanos como menores de edad a los que se les puede embaucar a capricho, cuantas veces les vengan en gana. Nunca se había mentido tanto, tantas veces y a tantos, a la par que intentan confundir cuando afirman con contundencia que son coherentes.

Las declaraciones de los presidentes de España y Navarra se están caracterizando por su absoluta falta de principios. Hoy el Estado de Derecho está en juego porque Sánchez pacta con quienes no aceptan la Constitución y, del mismo modo, la presidenta del Gobierno de Navarra admite la injerencia del presidente del PNV, un partido que representa a Euskadi, para que negocie la expulsión de la Guardia Civil de Tráfico en seis meses. Resulta frustrante que María Chivite se deje gobernar por Uxue Barkos y Adolfo Araiz. ¿Dónde quedan las promesas electorales que nos hicieron? ¿Cómo Sánchez puede pactar con quienes quieren romper España y Chivite con quienes están empeñados en que Navarra desaparezca como Comunidad autónoma diferenciada?

¿Qué tiene el poder que consigue que quienes eran enemigos irreconciliables se transformen en camaradas entrañables? Quizá el cambio de postura responde a la sumisión propia de estómago agradecido a quien te nombró. Un gobernante que respetase los compromisos con sus votantes no arriesgaría el porvenir de su tierra por un egoísmo personal. Además, ¿alguien se cree que Sánchez ha dicho toda la verdad sobre el pacto con los neocomunistas e independentistas? Cuando Rufián proclama que solo negociará autodeterminación y amnistía, surge la sospecha de que existen concesiones ocultas incompatibles con la Constitución.

El debate de investidura ha golpeado a quien tenga sensibilidad por la libertad. La prepotencia del sarcasmo de Sánchez hacia los partidos de la oposición ha sido notable. La ironía cruel de sus comentarios jocosos ante
asuntos tan serios como la gobernabilidad de España estaba fuera de sitio. También duele el ‘blanqueo’ que el PSOE y el PSN hacen de un partido que no ha condenado el terrorismo etarra. Afortunadamente la hipocresía con la que nos han vendido un idílico proyecto de país no tendremos que soportarla durante cuatro años, porque, como pasó con Zapatero, la economía no aguantará toda la legislatura.

Si estos días hemos visto que Navarra acabó 2019 con el primer incremento del paro en los últimos siete años, España cerró esa etapa con la menor creación de puestos de trabajo. Además, la recaudación tributaria nacional al 30 de noviembre, presenta una desviación de 27.000 millones respecto a los ingresos previstos. Otro hecho que debilitará al Ejecutivo es la decepción por el incumplimiento de las generosas promesas sociales. La estimación de la consultora PWC de los nuevos gastos del pacto PSOE-PodemosEsquerra es de unos 35.000 millones de euros, mientras que las expectativas de recaudación por nuevos impuestos y subidas no llegan a los 5.000 millones.

Si se tiene en cuenta que la Comisión Europea no va a permitir que se incumpla el déficit y la deuda, habrá un gran descontento. Todo ello dinamitará la confianza y puede llevarnos a una recesión. En definitiva, el precio que vamos a pagar por las presidencias de Sánchez y Chivite es demasiado alto.

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