Ranking: Productividad
4 de abril de 2023

El insoportable triunfalismo de La Moncloa esconde que la productividad, uno de los mejores indicadores de la prosperidad de una nación, va peor en términos relativos en España respecto a otros países con economías similares. Los abusos regulatorios y fiscales del Gobierno siempre lastran la productividad y perjudican la competitividad de las empresas. El Ejecutivo podrá tergiversar en su propaganda la realidad, pero ésta se impone porque el mercado es global, y lo conquista el que produzca productos con mejor relación calidad/precio.

La productividad laboral de una nación se calcula a partir de dos componentes. De una parte, la relación entre su PIB y el total de horas trabajadas. El otro factor es la productividad que valora el rendimiento del capital físico tangible e intangible: equipos, maquinaria, patentes y activos en propiedad intelectual. Ambas productividades se integran en una, porque tanto el capital humano como el físico interaccionan y despiertan sinergias.

Si examinamos las horas trabajadas en los países de la OCDE, se aprecia que los países donde menos horas se trabajan son aquellos con grandes inversiones tecnológicas: Alemania (1.340), Dinamarca (1.363), Noruega (1.426) y Países Bajos (1.426). Las naciones con mayor número de horas en la ocupación laboral son: Colombia (2.326), México (2.216) y Costa Rica 2.081).

Los países con mayor productividad, medida como el producto interior bruto alcanzado por hora trabajada, son Irlanda (139.243$), Luxemburgo (119.181$) y Noruega (106.231$). Dentro de los 36 países de la OCDE, España (859.637$) queda en la posición 18, que es un lugar decepcionante, porque la inversión del capital físico es relativamente alta. Lógicamente, los países donde menos horas se trabaja son aquellos que se lo pueden permitir porque disponen de mayor productividad, algo apoyado por la correlación de -0,72 entre ambas variables.

Si se estudia la evolución de la productividad en el tiempo, la OCDE tampoco puede presumir. McKinsey atribuye la desaceleración de crecimiento en los países avanzados de Europa y en EE. UU. a causas específicas locales. El artículo de la consultora considera que “La recuperación de la crisis financiera de 2008 creó un entono rico en empleos, pero débil en productividad”. La contribución de los salarios de los trabajadores en el PIB de dos de cada tres naciones ha descendido, mientras que los beneficios de las compañías han aumentado. Además, cuando se acopla el crecimiento de los salarios con la inflación, la capacidad de compra de la nómina se reduce.

Una de las razones de la insuficiente productividad de España es nuestro sistema escolar, algo que lo ha demostrado el Informe PISA. La enseñanza secundaria, y especialmente el itinerario de la formación profesional, carece de calidad, porque no prepara para ser productivo en el puesto de trabajo. Lamentablemente la Ley Celaá va a degradar todavía más el aprendizaje, al buscar la igualdad de resultados y no favorecer el esfuerzo intelectual. Por último, el espíritu emprendedor, que hay detrás de toda mejora de la productividad, se desincentiva en la sociedad cuando desde el Gobierno se vitupera a los empresarios que han tenido éxito, sembrando la sospecha de ser los culpables del infortunio ajeno.

Publicaciones relacionadas