Por una suspensión temporal del salario mínimo
8 de mayo de 2020

La última subida del salario mínimo va a ser una bomba laboral en España con la crisis del coronavirus. Con sectores devastados como el turismo y la hostelería, negocios de todo tipo afectados por los límites de aforo o las medidas de distanciamiento, la economía todavía medio paralizada y millones de trabajadores afectados por un ERTE, la imposición de pagar un salario mínimo de 950 euros es un absoluto despropósito. Ya lo era antes de la crisis, ahora es una ocurrencia sencillamente letal. Cuando a un sector se le impone un aforo máximo del 50%, por ejemplo, eso quiere decir que tendrá que abrir con el 100% de los gastos pero un máximo del 50% de ingresos. Que puede ser menos, porque el 50% es un máximo. Las alternativas son despedir trabajadores, bajar sueldos o cerrar el negocio. El salario mínimo no va a hacer que los trabajadores ganen más, va a hacer que pierdan el empleo y no cobren nada. Pensar que, como compensación, pueda existir una renta mínima universal que sea como un salario mínimo por no trabajar es todavía más ilusorio. Si se puede cobrar sin trabajar, no se trabaja. Para que uno pueda cobrar una renta sin trabajar, tiene que haber diez trabajando. ¿O de dónde va salir el dinero para pagar la renta del que no trabaja?

Cada puesto de trabajo que se destruye es un naipe que quitamos del castillo del estado del bienestar. Podemos implantar por decreto un salario mínimo de 500.000 euros y con ello no conseguiremos que todo el mundo cobre al menos 500.000 euros. Lo único que conseguiremos es que sólo conserven su empleo los que cobran 500.000 euros. Para cobrar 500.000 euros, hay que producir al menos 500.000 euros. Para poder pagar 950 euros a 5 empleados, un restaurante tiene que generar al menos 4.750 euros. Si el dueño andaba justo para pagar eso con el 100% de las mesas ocupadas, a ver cómo paga los sueldos con el 50%. El ejemplo más ilustrativo es el de la restauración, pero el principio es el mismo para cualquier sector. Una empresa que podría salir adelante con 8 trabajadores en vez de 10, acabará cerrando y destruyendo los 10 empleos. Una empresa que podría salir adelante con 10 trabajadores cobrando el 85% de su sueldo, acabará cerrando y dejando a los 10 sin cobrar. Y sin pagar impuestos. Y sin cotizar. No porque el empresario quiera cerrar. Ningún empresario quiere cerrar.

La subida del salario mínimo, incluso cuando la economía seguía creciendo con consistencia, supuso un frenazo casi automático en la creación de empleo. Este frenazo se apreció particularmente en sectores como el del campo, en la población joven, en la inmigrante, en la que tenía puestos y salarios más precarios, y en las comunidades autónomas más pobres con un salario medio menor (donde por tanto la subida del salario mínimo era proporcionalmente mayor). Es decir, los sectores y territorios a los que se iba a beneficiar fueron justo los más perjudicados. Pero la economía española y global crecían en ese momento con fuerza. El efecto fue un apreciable frenazo en la creación de empleo, pero no una devastación laboral como la que podría llegar ahora.

Es evidente que estamos en un escenario completamente distinto de aquel en el que estábamos cuando se aprobó el salario mínimo. Hasta los que apoyaron la medida en aquel escenario deben reflexionar ahora si tiene sentido en este nuevo escenario. Es por ello que diversas plataformas y entidades han redactado un manifiesto, que reproducimos a continuación, pidiendo al gobierno una suspensión siquiera temporal del salario mínimo. O el gobierno pone respiradores a las empresas que están en la UCI, o morirán dejando a sus trabajadores directamente sin salario. Y eso no va a pasar en unos pocos casos aislados sino en gran parte del tejido económico. Y sin gente trabajando, cotizando, pagando impuestos y consumiendo, tampoco hay pensiones, ni rentas, ni subsidios.

Por una suspensión temporal del salario mínimo

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó hace unos días unos datos que reflejan el comienzo de una grave pérdida de empleos en nuestra economía: España ha tenido, durante el primer trimestre de 2020, 285.000 ocupados menos que al final de 2019. Todo ello sin contar con los más de cuatro millones de trabajadores afectados por los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Estos alarmantes efectos económicos derivados de la pandemia hacen que ya muchos cataloguen esta crisis como la más severa desde la Guerra Civil.

Ante esta perspectiva, y como medida encaminada a mantener el empleo en los mayores niveles posibles, varias organizaciones de la sociedad civil, como Fundación Civismo, Fundación Internacional para la Libertad, Instituto Juan de Mariana, Centro Diego de Covarrubias y Club Liberal Español, así como los economistas Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo, Juergen B. Donges, Jesús Huerta de Soto, Lorenzo Bernaldo de Quirós y Juan Ramón Rallo, abogan por que, con carácter de urgencia, se suspenda temporalmente el salario mínimo. Las razones que respaldan esta propuesta son las siguientes:

  1. El salario mínimo constituye una barrera de entrada en el mercado laboral para aquellos a quienes dice proteger. En particular, para los jóvenes, trabajadores de mayor edad, y los menos cualificados, quienes, además, serán los más perjudicados por la actual crisis económica, como las estadísticas ya revelan.
  2. Se ha obligado a las empresas a cerrar y, en la desescalada, se va a permitir abrir con grandes restricciones de aforo. Si no se da flexibilidad a los empresarios para negociar libremente con sus empleados las condiciones en las que les pueden contratar y en las que a estos les puede compensar trabajar, muchos de ellos se quedarán en paro. En ese sentido, el salario mínimo va en contra de la libre disposición de las partes. Mientras que medidas como estas acostumbran a hacer hincapié en la figura del empleador, a quien obligan a pagarlo, a menudo olvidan la del empleado, que estaría dispuesto a aceptar una remuneración inferior con tal de asegurar su puesto de trabajo. Algo que, en la situación actual, cobra mayor importancia y urgencia. En estos momentos, impedir dar trabajo al empleador y trabajar al empleado, a pesar de poder interesarles a los dos, es un lujo inasumible, ya que llevará a un descomunal crecimiento de la economía sumergida, la cual, además de profundamente injusta, no contribuye al sostenimiento del sistema.
  3. El menguante sector privado, que constituye los cimientos de cualquier economía, no puede mantener a más de 21 millones de españoles que dependen directamente del Estado. El sistema no va a aguantar el colosal incremento de las prestaciones por desempleo que se va a producir. Por ello, cualquier medida encaminada a combatir el desempleo y que los ciudadanos empiecen a contribuir y cotizar supondrá un alivio que resulta más necesario que nunca. De lo contrario, corremos el riesgo de que intervengan a España, lo cual ocasionaría recortes más drásticos y dolorosos.

Por todo lo anterior, tras la casi total paralización económica decretada por el Gobierno para luchar contra la pandemia, adquiere una gran pertinencia la propuesta de suspender temporalmente el salario mínimo mientras no se vuelva a la normalidad.

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