Navarra precisa de Madrid
8 de enero de 2018
Por admin

Hoy la industria más rentable es la fundamentada en el capital intelectual, porque su valor añadido es exponencial frente a la de actividades menos creativas. Como el talento llama al talento, las grandes ciudades se han convertido en los lugares más proclives para potenciar las capacidades competitivas diferenciales. Cuando un escenario logra un tamaño suficiente para propiciar la circulación de élites, el encuentro de inteligencias excelentes suscita la creación de empresas del conocimiento excepcionales. Silicon Valley, en la zona sur de la Bahía de San Francisco, constituye un buen ejemplo.

En España Madrid es la ciudad con mayor aliciente para el genuino talento creativo. Pamplona, a pesar de su diminuto tamaño, podría mejorar su potencial para la industria del conocimiento si lograra vincularse al talento colectivo de excelencia que se concentra en Madrid. Este “entrar en resonancia” con la región más dinámica de España facilitaría ese desarrollo que hace a una región imbatible, frente al que proporcionan las fácilmente deslocalizables fábricas convencionales.

Esta integración entre la provinciana Pamplona y la global Madrid exige ineludiblemente mejorar en confort y rapidez la comunicación entre las dos ciudades. Hoy el coste en tiempo y en incomodidad de trabajar ocasionalmente en Madrid y residir en Pamplona disuade a viajar. Desgraciadamente el avión tiene unos precios prohibitivos como medio de transporte frecuente.

La solución válida en tiempo y precio es el ferrocarril. Sin embargo, el confort de los actuales trenes Alvia deja mucho que desear. Especificaré por qué estos trenes son de los peores de España, para el trayecto que nos ocupa. La serie 120 fabricada por CAF lleva los motores debajo de la plataforma de asientos, lo que supone trenes muy altos. Su suspensión es muy rígida, por lo que acusa la deformidad de la vía. Estos inconvenientes provocan un gran traqueteo, lo que dificulta escribir, teclear o reposar. Su sistema de refrigeración admite poca regulación al tener solo tres posiciones para todo el tren; es frecuente que la temperatura sea muy diferente en los distintos vagones, lo que conlleva que según donde uno se siente tenga calor o se pueda agarrar un buen constipado. Dado que he conocido bastantes personas que han contraído gripes y catarros en el Alvia, tengo la sospecha de que no se toman medidas sanitarias en el sistema de climatización. También la limpieza en los elementos no accesibles de los retretes es insuficiente, lo que a veces provoca olores fétidos. Otra deficiencia es la carencia de enchufes en los asientos, lo que impide trabajar con el ordenador cuando se acaba la batería.

Por el contrario, la serie 130 más conocida como Talgo 250 (apodados “Patos”), tiene unas prestaciones impresionantes. Su suspensión es pendular (la caja flota y no repercute el estado de la vía). Tiene una altura muy reducida al ir la motorización al comienzo y fin del tren, en lugar de debajo de los asientos. Esta extraordinaria estabilidad proporciona un enorme confort a los pasajeros y una mayor seguridad al convoy.

Renfe alcanzó en 2016 el registro de 492.000 de viajeros en el trayecto entre la Comunidad foral y la madrileña. Esta cifra muestra que la ruta genera cuantiosos beneficios a la operadora ferroviaria. Brindo al vicepresidente Ayerdi el reto de conseguir mañana del ministro que vengan Talgos 250 a Pamplona. Esa gestión no cuesta dinero sino ingenio persuasivo. Lograr un tren confortable facilitaría esa circulación de elites que estimula la generación de capital intelectual: la capacidad que caracteriza a una región que desee asegurarse el mejor futuro en el largo plazo. 

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