Los retos económicos del nuevo Gobierno
19 de diciembre de 2015
Por admin

El domingo más de 36 millones de españoles estamos llamados a votar para decidir quién gobernará España durante los próximos cuatro años. Ese nuevo Gobierno recibirá una herencia bastante mejor que la que le esperaba a Mariano Rajoy cuando sustituyó a José Luis Rodríguez Zapatero. Efectivamente, en 2011, cuando el Partido Popular llegó al poder, la economía se encontraba en una situación muy complicada: disminución de la producción, aumento creciente del desempleo, problemas en el sistema financiero, desequilibrio de la balanza de pagos, déficit público descontrolado, escasez de crédito y tipos de interés de la deuda pública altos. El Ejecutivo de Mariano Rajoy decidió que había que apretarse el cinturón: reducir el gasto público y aumentar algunos impuestos. Era el precio que había que pagar para ir disminuyendo el déficit público y generar así la confianza que permitiese el advenimiento de una prolongada recuperación económica.

Junto al ajuste fiscal se tuvieron que poner en marcha políticas económicas que reformasen la estructura de la economía: saneamiento del sistema financiero, cambios en el mercado laboral, facilidades a los emprendedores, pagar la deuda contraída con las empresas proveedoras de servicios a las Administraciones Públicas y mecanismos para atraer inversión extranjera.

Como consecuencia de este conjunto de medidas, a partir del tercer trimestre de 2013 la economía española inició un proceso de recuperación: a) tasas de crecimiento cada vez más elevadas, b) mayor equilibrio exterior, c) reducción del déficit público, d) tipos de interés cada vez más bajos, d) saneamiento del sistema financiero y e) mejora de las expectativas empresariales.

PERSPECTIVAS PARA 2016

La situación ha ido mejorando a medida que pasaba el tiempo y parece que, si se mantiene el rumbo emprendido, se prolongará en 2016. Las razones son bien conocidas. Además de las reformas estructurales antes citadas, contamos con el viento de cola de los bajos precios del petróleo y de la depreciación del euro.

1) Efectivamente, en 2016, el tipo de cambio se podrá mantener, tal como está ahora, por debajo de 1,1 dólares/euro, lo que va a facilitar la entrada en España de inversión procedente de fuera de la zona euro. Además, una moneda depreciada, junto a la moderación salarial, mantendrá baratas las exportaciones españolas y las hará más competitivas, principalmente frente a los precios americanos.

2) Ayer, el barril de petróleo cotizaba por debajo de los 37 dólares, lo que supone una caída del 20% en el último mes. España importa prácticamente la totalidad de sus necesidades de crudo, por lo que sus precios bajos, junto con las dos rebajas del IRPF que se han producido este año, facilitarán el aumento de la renta disponible de las familias y con ello el consumo y el ahorro, lo que al final se traducirá en una mayor actividad empresarial y en más empleo.

3) Las empresas también tendrán menos costes energéticos, lo que, unido a la reducción del Impuesto de Sociedades que se producirá en el año 2016, les permitirá obtener más beneficios que podrán usar para ampliar su capacidad productiva.

4) En definitiva, durante el año que viene habrá más exportaciones, consumo e inversión que generarán crecimiento económico y empleo. En los últimos doce meses se han dado de alta 527.000 afiliados netos a la Seguridad Social y se han registrado 363.000 parados menos. En 2016 se espera que se generen 500.000 empleos más y que la tasa de paro vuelva a descender y se sitúe en el 19,5% frente al 21,8% de 2015.

Con este escenario, las previsiones de la economía española para el año próximo parecen mejores que las que esperan los analistas. Las agencias de calificación internacionales sitúan a España entre los mercados occidentales con mayor crecimiento en 2016. Esto invita a pensar que, el año que viene, el PIB se incrementará a un ritmo que estará más cerca del 3% que del 2,5%.

LA REDUCCIÓN DE LA DEUDA

Este buen comportamiento de la economía española también es percibido por los inversores. En la subasta de letras y de bonos del Tesoro de esta semana se ha captado financiación a los tipos de interés más bajos de la historia. Desde octubre, todas las subastas que se han realizado de letras, en los plazos comprendidos entre 3 y 12 meses, han sido con rentabilidades negativas. La confianza de los mercados y del Banco Central Europeo en que la economía española va a ser capaz de devolver su deuda ha hecho que la demanda de bonos y letras aumente. En definitiva, los mercados han reconocido que la inversión en deuda pública española tiene un riesgo muy bajo o, lo que es lo mismo, que nuestra economía es solvente. Una solvencia que se extiende a la deuda externa.

Efectivamente, gracias al impulso de las exportaciones (especialmente las de los servicios no turísticos) y a los menores pagos al exterior por rentas de capital, se está consiguiendo el equilibrio exterior. La balanza por cuenta corriente que en 2008 arrojaba un déficit del 10% del PIB va a cerrar este año con un superávit del 1%, lo que significa que se está reduciendo nuestra posición deudora frente al resto del mundo. España tendrá ciertamente que seguir pagando en 2016 las deudas contraídas con los mercados financieros internacionales pero cada vez menos. Así, la posición deudora neta de España frente al exterior que en el primer trimestre de este año alcanzó su máximo histórico de 1.031 mil millones de euros cerrará 2015 cerca de los 930 mil millones de euros. Y ese descenso continuará el año que viene.

LAS TAREAS PENDIENTES

Con estas buenas previsiones para 2016, el nuevo Gobierno no necesitará hacer los duros ajustes (políticas de austeridad) que tuvo que aplicar el saliente, porque va a recibir una economía mucho más saneada y equilibrada que la que teníamos hace cuatro años. Un punto de partida que le permitirá continuar con las reformas que podrán situar a España en la vanguardia de los países industrializados.

¿Cuáles son las tareas pendientes? Se debe: 1) seguir insistiendo en la necesidad de un sistema educativo que premie la excelencia y que mejore la productividad de los trabajadores, 2) dotar a nuestras empresas de más innovación (aumentando, por ejemplo, la inversión en I+D), 3) favorecer más la inversión directa extranjera, 4) eliminar el déficit público, 5) conseguir una energía más barata y 6) alcanzar una mayor unidad de mercado o, lo que es lo mismo, reducir los costes de las empresas que se derivan de las diferentes normativas autonómicas y municipales, para lo cual habría que homogeneizar los requisitos exigidos por los distintos niveles de las Administraciones Públicas.

Parece que el domingo se va a producir un cambio en el mapa político de España. Esperemos que no eche por tierra los logros conseguidos hasta ahora. Existe un riesgo de inestabilidad política que, unido a la radicalización del independentismo catalán, podría generar algunas nubes oscuras en un panorama económico que, por lo demás, está bastante despejado.

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