Los grandes retos a los que se enfrenta la economía española en 2020
29 de diciembre de 2019

La economía española no lo tiene nada fácil para el 2020. Si alguna formación política está pensando en que la mayor dificultad a la que se enfrentará en esta nueva legislatura es a la de formar un gobierno, así como que este sea sólido y sostenible, están muy equivocados; más de lo que creen. Y es que, aunque la formación de un gobierno estable sea una tarea compleja, así como la aprobación de unos presupuestos, las vulnerabilidades y los problemas que atraviesa la economía española, además de ser un problema de calado, la solución pasa por realizar muchas reformas que, en la percepción de la sociedad civil, tendrá consecuencias en los próximos comicios.

Presupuestos, desempleo, pensiones, garantías para el autónomo, la financiación de las autonomías, Cataluña, la desaceleración económica que vive el planeta, el Brexit y la guerra comercial, así como la transición energética en pro del cambio climático son algunos de los retos a los que la nueva ejecutiva se tendrá que enfrentar. Y se tendrá que enfrentar de una forma que no se había hecho antes, ya que, además de que todos estos problemas están conviviendo entre sí, hay algunos que, como las pensiones, requieren de nuevas medidas alternativas que, de forma estructural, aborden el problema desde la raíz.

Se ha estado ninguneando, históricamente y desde el Pacto de Toledo, el sistema de pensiones en España. Sin embargo, el elevado déficit que presenta el sistema, así como la incapacidad de hacerlo sostenible con medidas coyunturales obliga al nuevo gobierno a adoptar medidas que partirán de reformas integrales que no gustarán a todos los pensionistas. Reformas que parten mucho más allá de una simple subida, corrigiendo fallas en los factores de sostenibilidad para hacer, y garantizar, que el sistema funcione en el futuro y que no colapsará como está colapsando ahora.

Sea como sea, el sistema de la seguridad social, el cual aborda las pensiones y su sostenibilidad, se encuentra colapsado, deteriorado y agotado. El Pacto de Toledo, en estos momentos, no funciona y medidas tan cortoplacistas como el afrontar el pago de las pensiones con deuda no garantizan, para nada, la sostenibilidad de las mismas. Además, el riesgo a futuro es exponencial, por lo que los problemas no son algo pasajero, sino que se acentuarán el futuro, cuando la tasa de dependencia llegue a la paridad y el gasto de las pensiones se dispare hasta representar un fuerte peso de nuestro PIB.

Y es que, aquí nos encontramos con otro de los grandes problemas a los que se enfrenta el nuevo Gobierno. Y digo problemas y no retos, pues la situación, como decía, ya requiere de una actuación que no va muy al hilo con todas las mentiras y promesas incumplidas de la campaña electoral. Unas promesas que chocan con una realidad tan clarividente como lo es la desaceleración económica que sacude a la economía española. De acuerdo con las previsiones, 2019 se cerrará con un crecimiento cercano al 2%. Un crecimiento que, en años anteriores, estaba por el 2,4% y que, ante los nuevos pronósticos, se espera que en 2020 esté por el 1,5%.

En otras palabras, la economía española se apaga y los crecimientos se moderan. El dinamismo del que gozaba nuestro PIB, en plena fase expansiva del ciclo económico, ha llegado a su fin. Un fin que pone los pelos de punta a los economistas, entre ellos a mi, ya que si observamos el aprovechamiento que ha hecho España del ciclo expansivo, podemos observar como los niveles de desempleo, así como los de deuda, siguen en niveles muy elevados. Es decir, España ha pasado todo el ciclo expansivo y no ha sido capaz de corregir vulnerabilidades como el elevado desempleo en el país, así como la reducción en los niveles de deuda que exigía Bruselas.

Y es que, aquí tenemos otros dos grandes retos a los que se enfrenta nuestra economía en el próximo año. España es un país que, en estos momentos, lidera la tasa de desempleo en toda Europa -solo por detrás de Grecia-. Nuestra tasa de desempleo en términos absolutos, así como la juvenil, se encuentra en niveles desorbitados. Unos niveles que no hemos sido capaces de reducir y que, como estamos viendo al cierre de 2019, ya no vamos a corregir con la misma eficiencia. La creación de empleo en España se está estancando y seguimos con unos niveles de desempleo que no son tolerables para atravesar otra situación de recesión.

Una situación de recesión que tampoco podemos paliar con ninguna política expansiva. Europa ya tiene aplicados todos los mecanismos de política expansiva condicional posibles para paliar la situación; sin embargo, como podemos observar, estas políticas acomodaticias, como dijo Christine Lagarde, Presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ya no surten efecto en la economía. España, con casi un 98% de deuda y los tipos al 0%, es imposible que aplique nuevas políticas de estímulo, ya que el fondo de maniobra está completamente limitado por los niveles de deuda y déficit. Una situación que, junto al empleo, podrían poner en un serio aprieto a la economía española si se diese una desaceleración más profunda.

Y es que no todo está ahí, pues como hemos analizado en otras ocasiones, España es un país que, al igual que crea más empleo que nuestros homólogos europeos cuando esta crece, también, como se puede observar en los gráficos de la Ley de Okun -la relación empírica entre la tasa de desempleo y la tasa de crecimiento del PIB-, nuestro país experimenta una mayor exponencialidad en la destrucción de empleo cuando decrecemos. Es decir, en España se destruye empleo más rápido que en otros países, lo que, con una tasa del 14%, pone los pelos de punta a una sociedad que se muestra muy preocupada por esta situación.

Retos que también, como decíamos, engloban aspectos ya más secundarios como la transición ecológica, las garantías para unos autónomos en condiciones puramente precarias, la situación de Cataluña, las negociaciones con Reino Unido para garantizar las exportaciones al país británico, así como la situación de las autonomías. Retos que nos muestran las grandes dificultades a las que se enfrenta nuestra economía, así como las razones por las que caer en la autocomplacencia no es solo un error, sino que es un completo suicidio.

Es momento de ponernos a trabajar y dejar de lado las excusas. La situación avanza y los países ya han comenzado a trabajar. Países como Alemania, pese a crecer a ritmos del 0,3%, muestran tasas de desempleo y de deuda que se encuentran a años luz de la española. También Reino Unido o Estados Unidos, donde a pesar del Brexit y la guerra comercial, muestran registros records en sus niveles de desempleo. España debe dejar de alardear de ese crecimiento del 2% y comenzar a trabajar; pues países como los anteriormente mencionados, con un menor crecimiento, se están poniendo las pilas, mientras que España sigue tratando de defender lo indefendible. Como decía, en conclusión, no es momento de hablar, sino de actuar.

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