Liberación fiscal. La Opinión de Zamora
1 de julio de 2017
Por admin

Si en Zamora el 29 de junio siempre es fiesta, por san Pedro, patrón de las ferias tradicionales de la ciudad, resulta que en esas fechas la celebración es por partida doble, aunque este año adelantada un día en casi todo el país y en casi todas las comunidades, Castilla y León entre las beneficiadas. Y es que se ha cruzado el ecuador fiscal, y a partir de esa pasada fecha, 28 de junio, todo lo que se trabaje no tendrá un destino inexorable: Hacienda, sino que pasa a ser de libre destino.

Hasta ahora, y no solo en España sino en toda Europa sobre poco más o menos, desde el inicio del año todo lo que se ha ganado solo sirve, de media, para pagar impuestos, tributos y tasas, nacionales, regionales, provinciales y locales. Ya está bien: 178 jornadas de trabajo para cumplir con las obligaciones que los ciudadanos tienen para con el Estado. No es un precio barato, sino caro, muy caro, pero quien algo quiere algo le cuesta, y el estado del bienestar se hace entre todos y con el esfuerzo de todos. Bueno, así debiera ser pero ya sabemos que tampoco es así exactamente.

La impresión que se tiene, y es una impresión vieja, desde que se empezaron a pagar impuestos, tantos y tan costosos impuestos, cuando antaño solo se pagaba los de carácter indirecto, es que aquí solo pagan religiosamente a Hacienda los que están en nóminas, los que aunque quisieran no podrían escaquearse, mientras otros tiran de ingeniería fiscal para tributar lo menos posible. Y por encima de ellos, todavía, esa élite, en la que de todo hay, que utiliza los paraísos fiscales, sea Suiza o Panamá, o tantos otros lugares que lo defraudadores y sus asesores tan bien conocen, para esconder los dineros, muchas veces de carácter ilegal y no pagar en ningún caso.

. Y en última instancia puede surgir alguna forma de amnistía fiscal, como la dispuesta hace unos años cuando el PP llegó al poder y que permitió regularizar la situación a muchos defraudadores, algo que ha sido descalificado por el propio Tribunal Constitucional y que le ha valido la reprobación al ministro Montoro, suspendido en el Congreso por el resto o casi de los partidos de la oposición. Lo peor es que la inmensa mayor parte de ese dinero que anda por ahí escondido, producto de corrupción, robo o rapiña de políticos o gente que se mueve en ese ámbito, procede de las arcas públicas o sea del dinero aportado por el contribuyente tras medio año de trabajo. Algunos de los corruptos han ido a parar a la cárcel, sí, pero no se sabe que hayan devuelto el dinero que debería ser la condición primera e indispensable para abandonar la prisión.

Eso es lo que exige la gente de la calle, esa que para pagar la cotización social ha de trabajar 102 días, otros 36 para las cuentas del IRPF, 25 días más de media para abonar el IVA de las facturas, otras 11 jornadas más para las tasas y tributos especiales, y por si todo ello fuera poco, 5 días mas para los impuestos regionales, locales y provinciales como el IBI, por ejemplo. Trabajamos para el Estado, para el presente y el futuro, y bien está, así ha de ser. Pero feliz liberación fiscal a todos.

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