Las consecuencias económicas del terremoto electoral
26 de mayo de 2015
Por admin

La pérdida de la mayoría absoluta del Partido Popular en tantas Autonomías y Ayuntamientos tendrá consecuencias económicas inmediatas a nivel local. Mucho más preocupante, sin embargo, es lo que indican sobre el ánimo con el que los votantes españoles acudirán a las elecciones generales de diciembre próximo. Y digo diciembre porque el señor Rajoy intentará aplazarlas todo lo posible, para que la parcial mejora económica se note más. No se ha dado cuenta de la mayoría parece ser que la austeridad ha sido un fracaso. Y tampoco se ha dado cuenta de que en esta elecciones y las que vienen lo que se debate es el cambio político.

Basta con muy poca cosa para que el camino de crecimiento económico emprendido se desvíe hacia pantanos y precipicios. La señora Colau, futura alcaldesa de Barcelona, no tiene más experiencia pública que la de organizar “escraches” a la argentina contra los desahucios por hipotecas impagadas. Ya ha dicho que prohibirá toda reposesión de viviendas familiares por los bancos acreedores. No sabemos si extenderá esa medida protectora a los pequeños comercios. Sí ha prometido que ninguna familia necesitada quedará sin luz ni agua porque no haya podido pagar la factura. Espero que eso no se extienda al teléfono. Tampoco ha dicho nada todavía sobre admisión de parados al empleo público. No es muy arriesgado predecir que en Barcelona subirán aún más los impuestos, que en toda Cataluña están por las nubes.

Manuela Carmena tiene una biografía más interesante. Fue una fundadora del despacho de abogados de Atocha, que sufrió terrible mortandad durante la Transición en el atentado que todos recuerdan. Tiene experiencia de servicio público, con una larga carrera de juez y magistrada, que culminó con el puesto de vocal del Consejo Superior del Poder Judicial. Pero temo que viva en un mundo de ensoñación política, en el que la Autoridad está en continua comunicación con las bases y las estructuras partidarias son prácticamente inexistentes, como lo era el movimiento del 15M. Promete que su modo de gobernar se basará en decisiones flexibles y cambiantes, según prefieran los ciudadanos. Es revelador de su postura ante la organización y la empresa que haya dicho que, con la jubilación, se liberó de “los malos jinetes de la apocalipsis, que son los jefes, la rutina”. Vayamos a la economía. Tres pinceladas. Considera fundamental una renta básica para todos los ciudadanos, como propone Podemos. Prefiere que no se le pregunte si subirá los impuestos, pues “lo importante es generar toda una serie de alternativas que mejoren la desigualdad social”. Defiende una restructuración de la deuda del Ayuntamiento, tras estudiar si se la puede refinanciar; no lo ve urgente, pues “hay muchos recursos” y no hay una congelación financiera “que nos impida hacer cosas”. Me recuerda a Zapatero pero en femenino. (Entrevista en lainformacion.com, 10/4/2015).

Creo que no exagero si preveo que en las ciudades gobernadas por la izquierda radical o la izquierda a secas, que serán muchas, habrá aumento del gasto, aumento de impuestos, ambiente asambleario –y aún no han dicho nada sobre la educación concertada y la gestión privada de los hospitales públicos–.

UN IDILIO A LA GRIEGA

Los pronósticos para el PP en las elecciones generales no son favorables. Para entonces seguirá viva la indignación contra la corrupción pública, una indignación que todos compartimos. La economía seguirá mostrando una tendencia de mejora mas no lo suficiente para reducir notablemente la tasa de paro. No habrá habido tiempo para que el renovado idilio con la izquierda haya caído en el desencanto. El fondo de la cuestión es un profundo escepticismo ante las recetas europeas para salir de la crisis. He oído incluso a Rivera proclamar que la austeridad “ha sido un fracaso” – y dicen que le aconseja el profesor de la London School of Economics, Luis Garicano.

En parte tienen razón quienes están disgustados con la política de la Unión Europea pero no por lo que dicen los críticos de la austeridad, que era y es necesaria. El error ha sido ceder ante el chantaje del Gobierno de Syriza en Grecia. Sabemos todos que Grecia no pagará su deuda y que tampoco realizará las reformas que le exigen sus acreedores. Se comprende que Podemos y otros partidos de radicales hablen de reestructurar la deuda y inflar de nuevo el gasto público. Se ve que ese tipo de comportamiento irresponsable es gratis.

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