La vivienda, ¿una buena hucha?
29 de octubre de 2017
Por admin

El ahorro familiar es uno de los principales problemas estructurales de España, agravado en los últimos tiempos por la devaluación salarial. Por primera vez en la historia económica reciente, el país está generando ahorro neto, vía superávit de la cuenta corriente. No proviene, por tanto, de las familias, que están financiando su consumo a costa del escaso ahorro que acumularon a raíz de la crisis, cuando aprovecharon para asegurar sus magras finanzas.

En esta situación tiene mucho que ver la vivienda y, además, de forma paradójica. Convencionalmente, se la considera un depósito de ahorro a largo plazo, una especie de «plan de pensiones» complementario a la pensión pública. Así parecería indicarlo la Encuesta Financiera de las Familias del Banco Central Europeo de 2015. Este informe muestra cómo los españoles con edades entre 55 y 64 años tienen una riqueza neta superior a la de los alemanes: 250.000 euros, en términos medianos, frente a los 120.000 de los germanos.

Vocento

Sin embargo, estas cifras no reflejan la realidad del ahorro en España frente a sus socios europeos. Para comprar una residencia, una familia en nuestro país tiene que realizar un esfuerzo en términos de endeudamiento sobre ingresos mensuales unos 20 puntos superior al de un hogar alemán. Tal como pone de relieve el estudio ‘Longevidad y Cambios en el Ahorro y la Inversión’, dirigido por el economista Javier Santacruz, una familia española entre los 45 y los 54 años dedica el 60% de su renta mensual al pago de una hipoteca, frente al 40% en Alemania o el 50% en Reino Unido.

Por tanto, si se suman al gran desembolso de adquirir una vivienda los gastos que ésta genera a lo largo del tiempo, y que su valor neto depende íntegramente de la fluctuación de los precios, se ve hasta qué punto, lejos de ser una forma de ahorro, puede convertirse en una trampa, y además muy gravosa a lo largo del ciclo vital. Tener la mayor parte de nuestro patrimonio inmovilizado priva de liquidez cuando hay un apuro. Puede constatarse en el hecho de que, en las regiones donde más se gasta en poseer una vivienda o en alquilarla, es donde menos se ahorra en porcentaje de la renta disponible.

Tomando los últimos datos publicados por Funcas, que se refieren a la década de los 2000, y los de la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE de 2016, observamos que, en País Vasco y Madrid, las familias destinan, de forma directa o indirecta, más de la cuarta parte de sus gastos a la vivienda, y allí las tasas de ahorro son menores que las de otras regiones. En la situación contraria se encuentran comunidades como La Rioja y Murcia.

Así pues, esta correlación desmiente la creencia generalizada de que el ladrillo es la mejor inversión como modo de ahorro y, además, el idóneo para perfiles conservadores. En realidad, el comprador de vivienda está asumiendo un riesgo oculto, del que muchas veces no es consciente, cuando podría optar por alternativas más seguras y más líquidas para gestionar sus ahorros, como los fondos de inversión. Poner todos los huevos en la misma cesta, sin poder comérselos uno a uno, priva de bienestar a muchas familias. 

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