La trampa del déficit
24 de abril de 2016
Por admin

El pasado ejercicio las comunidades autónomas provocaron que el déficit público español se disparara hasta el 5,2% del PIB, es decir, más de 10.000 millones por encima de lo comprometido con Bruselas. La mayoría de los gobiernos prefieren mantener un presupuesto insostenible con la excusa de no perjudicar la sanidad y la educación. Además, aducen la gran patraña de que se favorece el crecimiento. ¿Les suena aquello de esos políticos que se sienten empresarios y amplían el sector público para aumentar la demanda interna? Esa tentación de inventar empleos siempre conduce a estar peor.

Si las comunidades autónomas hubieran congelado el gasto al inicio de la crisis (cuando los servicios públicos se suponían bien dotados), hoy tendrían las cuentas en positivo. Por otra parte, la provisión de estos servicios pú- blicos a través de empresas privadas con frecuencia es más barata y eficiente porque existe competencia.

Hay otro argumento todavía más válido. En teoría, una reducción del gasto resta un dinero que debería ir a la economía local, lo que tendría que reducir el crecimiento del PIB. En la práctica, las comunidades que más bajaron el déficit en el 2015 crecieron ligeramente por encima de aquellas que más lo elevaron. Así, las tres regiones que más rápidamente redujeron su desequilibrio presupuestario en el 2015 (Galicia, Canarias y Murcia) incrementaron su actividad un 3%, una décima más que las tres comunidades que peor se comportaron (Navarra, Aragón y Asturias). Tampoco es casualidad que, de las seis comunidades que decidieron incrementar su déficit en el 2015, sólo una haya tenido un crecimiento económico por encima de la media. Esto se debe a que gran parte de ese gasto se invierte en mantener estructuras improductivas, que no hacen avanzar la economía, como aeropuertos sin pasajeros. Además, estos gastos sin control desplazan a las empresas privadas, que no tienen interés en competir con compañías pú- blicas que disfrutan del cheque en blanco gubernamental para cubrir su ineficiencia.

Por eso, la distribución de las comunidades según su crecimiento y su déficit es muy heterogénea. Existen regiones que logran crecer por encima de la media apretándose el cinturón, como es el caso de Castilla-La Mancha y Baleares, y otras que se quedan rezagadas, como Cantabria o La Rioja. Asimismo, entre las comunidades que no han sido capaces de ajustar sus gastos, existen aquellas que crecen más que el conjunto nacional, como Comunidad Valenciana o Madrid, y otras que no (Aragón y Castilla y León, por ejemplo).

En cualquier caso, la conclusión es clara: el déficit no ayuda a generar crecimiento. Con todo, es necesario recordar que el ajuste fiscal de todas las regiones debería haber sido mucho mayor que el del año pasado: hasta diez veces más. El conjunto de las autonomías tendría que haber hecho un ajuste 2,5 veces mayor que el de las regiones más cumplidoras, y esa cifra se dispara para algunas especialmente díscolas. Por ejemplo, Cataluña tendría que haber ajustado su presupuesto 50 veces más que lo visto en el último año sólo para cumplir con los objetivos de déficit. 

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