La pandemia gripa el motor de nuestra principal actividad industrial
31 de mayo de 2020

Sin duda, el coronavirus marcará un hito en nuestra historia personal. No solo ha costado vidas humanas de nuestro entorno, sino que ha puesto además de manifiesto la propia vulnerabilidad. El confinamiento y la correspondiente ansiedad, el miedo al contagio y la pérdida de libertad nos han generado inseguridad

Se nos ha metido dentro un cierto temor, porque sabemos que nada será igual. La desconfianza ha prendido en nuestras vidas, aunque acabará disipándose si, ante el nuevo escenario, nos atrevemos a tomar las decisiones oportunas para llegar al destino elegido, sea el mismo de siempre u otro distinto. 

Debemos aceptar como algo positivo el avance acelerado e irreversible de muchas tendencias que emergían despacio. Entre otras, la educación a distancia, el uso de la banca electrónica, el teletrabajo, las reuniones virtuales y el comercio electrónico. El hecho de que nuestra presencia física resulte menos necesaria en nuestras actividades habituales reducirá drásticamente los desplazamientos a medio y largo plazo. Esto se traducirá en un menor uso del coche para ir a trabajar, aunque, quizá, se utilice más para el ocio. El comportamiento de las matriculaciones de vehículos durante la pandemia se trata de un buen sensor, tanto para determinar la importancia que reviste el automóvil para los ciudadanos y los gobiernos de los distintos países, como para entrever las consecuencias que tendrá la crisis. 

Fuente: Actualidad Económica

El sector de la automoción, junto con el del turismo, ha sido uno de los más castigados por la COVID-19. En abril de 2020, las matriculaciones de turismos nuevos en la Unión Europea registraron un descenso interanual del 76,3%, lo que la convierte en la mayor caída mensual de la demanda desde que existen registros. Con la mayoría de los concesionarios de Europa cerrados, el número de automóviles nuevos vendidos se desplomó desde las 1.143.046 unidades de abril de 2019 hasta las 270.682 del mes pasado. Si se multiplican las cifras por el valor medio de un coche, las pérdidas alcanzan unas proporciones desorbitadas. 

Si detallamos las ventas de los 27 mercados europeos más relevantes, se aprecia que el de Italia fue el que perdió más matriculaciones de vehículos (-97,6%), seguido de Reino Unido (-97,3%) y España (-96,5%). En cuanto al resto de mercados principales, la demanda cayó un 61,1% en Alemania, mientras que Francia experimentó una contracción del 88,8%. Indudablemente, en esas cifras influyen, y mucho, las limitaciones a visitar concesionarios por el confinamiento. Los países donde este no se impuso (o de una manera muy suave), porque muy pronto se tomaron medidas acertadas, experimentaron un menor descenso de las matriculaciones. Es el caso de Noruega, donde solo hubo 4,42 muertos por cada 100.000 habitantes, Dinamarca (9,68) y Finlandia (5,55). Allí, las ventas se resintieron menos del 40%.

Aunque el futuro resulta impredecible, parece probable que se vendan menos coches, ya que las personas, previsiblemente, se desplazarán menos, por tener ahora la opción del teletrabajo. Sin embargo, por fortuna para las marcas de vehículos, la mayoría de quienes dejen de comprarlos se convertirán en clientes de las empresas que los alquilan. Es sorprendente cómo un virus microscópico puede poner en jaque, incluso, a la poderosa industria del automóvil.

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