La clave no está en el qué, sino en el cuánto
4 de febrero de 2020

Como hemos podido observar a lo largo de estos meses, desde la proclamación de Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno de España, la coalición que forma la legislatura ha insistido en la necesidad de incrementar nuevamente el salario mínimo interprofesional (SMI). Un SMI que ya ascendió hasta los 900 euros en el último año, pero para el que se prevé que crezca hasta los 1.200 euros al finalizar la legislatura. Una subida que situaría el SMI español por delante del de otros países europeos.

Y al decir delante no me refiero a la cuantía, sino a la ponderación que este nuevo incremento representa sobre el salario medio en nuestro país. Con la proyectada subida hasta los 1.200 euros, atendiendo al cálculo ejecutado para medir la ponderación con el salario medio, estaríamos hablando de un incremento para el SMI que lo situaría en niveles del 72%. Con este sencillo cálculo podemos observar que este indicador, conocido como el índice de Kaitz, situaría el nuevo SMI español en la franja de valor más elevada de Europa. Y es que debemos tener en cuenta las 14 pagas, pues eso conllevaría la subida.

De acuerdo con los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), haciendo el cálculo con el salario mediano, por ejemplo, el cual se sitúa, en estos momentos, en 19.830 euros –repartidos en 12 pagas–, estaríamos hablando de una proporción cercana al 85% –redondeando el cálculo–.

En relación a las propuestas de los distintos economistas y que quedaron plasmadas en la Carta Social Europea, la proporción entre el salario medio y el SMI no debería pasar del 60%. Si atendemos a los cálculos, teniendo en cuenta las 14 pagas que contempla el Gobierno para el SMI, estaríamos hablando, como hemos dicho, de un 72%.

A partir del 60%, el nivel propuesto en la Carta Social Europea, el riesgo de que el empleo pueda destruirse es bastante más elevado. Ahora bien, el problema para España no recae en ese indicador que comentábamos antes, sino en que en nuestro país existen tantos salarios medios como comunidades autónomas. Es decir, el salario medio que se toma como referencia para estos cálculos hace alusión a la media nacional, pero sin tener en cuenta particularidades como que en Murcia o Extremadura el salario medio no alcanza ni los 1.500 euros. Por poner un ejemplo, en el caso de Murcia, esta proporción entre salario medio (1.433 euros) y SMI (1.200) nos deja una proporción que situaría el índice de Kaitz, redondeando, en el 98%.

Ante esta situación, dados los niveles a los que nos referimos, creo que deberíamos dejar de obviar los problemas de aplicar políticas generalistas en un país con tantas particularidades como España. Los riesgos no son pequeños y con un 14,2% de desempleo –33% en términos de empleo juvenil–, la economía española no puede permitirse el lujo de caer en la posibilidad de destruir empleo.

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