Justicia confiscadora
10 de septiembre de 2015
Por admin

El Supremo decreta un impuesto de Sucesiones que puede cerrar empresas familiares

Ser empresario en España es ser un héroe que logra generar valor y empleo a pesar del los puyazos de Hacienda, la Seguridad Social y una jurisprudencia ajena al mercado y la competitividad. El Supremo ha unificado las legislaciones autonómicas del impuesto de Sucesiones a los herederos de la empresa familiar, escogiendo la interpretación más lesiva de las posibles.

Ahora la reducción del 95% de la base del tributo tan solo se puede aplicar a los activos que estén estructuralmente afectos a la actividad, exigiendo además que estos sean más del 50% del total. Los bienes vinculados formalmente a la empresa suelen tener poco valor frente a los activos más estratégicos, como los financieros (¿se incluye el capital circulante?), las participaciones en otras empresas y las patentes, como si estos no creasen riqueza. Un riesgo de la sentencia es que da pie a la arbitrariedad de las Haciendas autonómicas para determinar, por criterios subjetivos, qué parte de la empresa es la afecta a la actividad.

Cuando la Justicia hace una interpretación que no responde sino a una lógica de proteger la insaciable voracidad de Hacienda, lo que consigue es matar a la gallina de los huevos de oro que son las empresas familiares. Estas compañías sobreviven en unas condiciones que no lo haría una multinacional, porque luchan por no marcharse del territorio a lugares con menores costes de mano de obra e impuestos más razonables. ¡Cuántas veces hay familias que se han arruinado al avalar con su patrimonio personal un préstamo que supuestamente salvaría la compañía y los empleos!

La sentencia no afecta a la Comunidad de Madrid, en la que existe una bonificación en cuota del 99% en transmisiones de padres a hijos. Tampoco al País Vasco y a Navarra (donde se amplía el catálogo de exenciones a líneas colaterales hasta de tercer grado). El Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones es un impuesto que debería desaparecer por confiscatorio, ya que recae sobre bienes que ya han tributado en la esfera familiar.

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