¿Funcionan las zonas de bajas emisiones?
6 de noviembre de 2019

La alarma social causada por las supuestas consecuencias del cambio climático es, en estos momentos, común a las sociedades occidentales. Para hacerles frente, se han tomado varias medidas, entre ellas la restricción del tráfico. Por ejemplo, se han establecido zonas en las que, ciertos días de la semana, solo pueden circular vehículos con la matrícula acabada en número par, o en las que está prohibido entrar con cualquier vehículo. Un ejemplo cercano es el de Madrid Central, que ha tenido en España simpatizantes y detractores. A quienes han desafiado estas políticas se les ha tachado usualmente de negacionistas o de indiferentes al cambio climático. Pero veamos qué dice la evidencia empírica sobre la efectividad de estas zonas.

Tomemos primero un estudio del investigador Lucas W. Davis, de la Universidad de Michigan. En noviembre de 1989, se implementó la normativa «Hoy No Circula»  en Ciudad de México, por la cual la mayoría de los vehículos no podían circular cierto día de la semana en función de su número de matrícula. La medida afectaba a unos 460.000 automóviles por día, y a 2,3 millones en total. A pesar de su magnitud, ¿realmente redujo esta política la contaminación? Lo cierto es que no. En las siguientes gráficas, donde la línea vertical marca el inicio de esta nueva norma, no se aprecia una reducción significativa de los tipos de polución estudiados.

Pero el estudio no acaba aquí. Davis también investigó si la medida aumentó el uso del transporte público, y cómo influyó en las ventas de vehículos. Como se puede comprobar en la gráfica, el uso del metro y del autobús no crecieron como consecuencia del programa «Hoy No Circula». 

Fuente: Davis a partir de INEGI, Gobierno del Distrito Federal, Sistema de Transporte Colectivo metro 2006
Fuente: Davis a partir de INEGI, Gobierno del Distrito Federal, Red de Transporte de pasajeros, 2006

Las ventas de gasolina y de vehículos tampoco disminuyeron.

Fuente: Davis a partir de Gobierno de México, Secretaría de Energía, 2007

De hecho, esta última, al contrario de lo que podría esperarse, aumentó.

Fuente: Davis a partir de INEGI, La industria automotriz en México

Analicemos ahora el trabajo de la investigadora Hannah Boogard sobre varias zonas de bajas emisiones en Holanda. En el mapa inferior, puede apreciarse su ubicación geográfica en dicho país.

Esta investigación, que se centra en los efectos de estas políticas anticontaminación sobre las emisiones de los camiones, no halla una reducción significativa del CO2, debido a que los vehículos afectados son demasiado pocos como para lograr un descenso significativo.

Por tanto, los estudios presentados hasta ahora no parecen respaldar la efectividad de las zonas de bajas emisiones. Sin embargo, no todas las investigaciones apuntan en la misma dirección. Veamos ahora el caso de dos establecidas en Roma, que se muestran en el siguiente mapa en color rojo oscuro.

En una de ellas, desde el 2001 se prohibió para todos los vehículos (excepto para los autorizados) circular de lunes a viernes entre las 6:30 y las 18:00, y los sábados de 14:30 a 18:00. En la otra zona, la restricción permaneció vigente desde 2002 hasta 2003, y atañía a los viejos vehículos diésel durante todo el día. El estudio, que abarca el período 2001-2005, concluye que en las zonas de bajas emisiones se redujo la contaminación relacionada con el tráfico, lo que comportó una mejora en la salud de los residentes de la zona, en su mayor parte de clase alta.

En cuanto a la zona de bajas emisiones de Londres, fue estudiada por los investigadores Greaves y Hensher. Aparece delimitada en el mapa inferior en color verde.

Dentro de esta zona, aunque las mejoras en la calidad del aire han superado a las del resto de la ciudad, la relativa al óxido de nitrógeno, muy pequeña, es comparable a la observada fuera de la zona de bajas emisiones. La política causó una sustitución de vehículos con una regulación antigua (pre – Euro III) por otros más nuevos y menos contaminantes. La zona, concluye el estudio, no tuvo un gran efecto sobre la contaminación, pero sí parte del mérito en su reducción.

Todos los casos anteriores hacen llegar a la conclusión de que, aunque necesitamos más evidencias, a fin de poder tomar decisiones más informadas, la efectividad de las zonas de bajas emisiones no resulta tan rotunda como algunos pudieran pensar. No son nada desdeñables los estudios contrarios a esta política, y conviene tenerlos en cuenta antes de tomar medidas tan drásticas como las que se vienen implementando.

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