Exportaciones, Big-Mac y Trump
21 de julio de 2018
Por admin

La economía española prolongará en 2018 su senda expansiva, iniciada hace cuatro años. El crecimiento del PIB estará cerca del 2,8% por los reducidos tipos de interés, la moderación del precio del petróleo que ayer cotizaba a 72,5 dólares frente a los 80 dólares que marcó algunos días del mes de mayo, y al crecimiento de las exportaciones españolas.

Ayer, la Secretaría de Estado de Comercio confirmó este protagonismo de las exportaciones. Durante los cinco primeros meses de este año, las exportaciones de bienes alcanzaron 120.192 millones de euros; su récord histórico del periodo enero-mayo. Supuso un aumento del 2,8% con respecto al mismo periodo del año anterior.

Eso significa que las exportaciones se siguen afianzando como motor de la economía española. Los motivos pueden ser varios:

a) Aumento en el número de exportadores, alcanzando los 123.692, que es récord histórico y que supone un aumento del 28,2% con respecto al periodo enero-mayo de 2017;

b) Crecimiento del 1,8% de los exportadores regulares (aquellos que han exportado durante cuatro años seguidos), que ya ascienden a 46.903 empresas;

c) El tirón que han supuesto las exportaciones dirigidas a la Unión Europea, que en este periodo representaron el 66,7% del total y que aumentaron un 3,1% en tasa interanual;

d) La fortaleza de la actividad económica mundial, que crecerá un 3,9% este año frente al 3,7% del año pasado y;

e) Un tipo de cambio depreciado frente al dólar y que cada vez se deprecia más: ayer, viernes, cotizaba a 1,17 dólar/euro frente al 1,25 del pasado 1 de febrero; en menos de seis meses, se ha producido una depreciación del euro del 7%.

Para el conjunto de 2018, las perspectivas de las exportaciones españolas seguirán siendo muy favorables, gracias al esfuerzo que están haciendo los empresarios en reducir costes y precios, y también porque el euro sigue muy depreciado.

EL EURO ESTÁ MUY DEPRECIADO

Según los manuales de Economía, el tipo de cambio de equilibrio del euro frente al dólar sería aquel que equilibrase los precios de una misma cesta de bienes en EEUU y en la zona euro. La semana pasada, como hace de forma regular en los meses de enero y julio, The Economist publicó un artículo (“Investors are gorging on American assets”) sobre el índice Big-Mac. Este índice toma como base el precio en dólares de una hamburguesa consumida en los establecimientos McDonald’s de diferentes países del mundo. Por ejemplo, este mes de julio un Big-Mac en Estados Unidos cuesta 5,51 dólares, frente a 4,68 dólares (4,04 euros) en la zona euro. Por lo tanto, el índice Big-Mac indica que el euro está depreciado un 16,5%, lo que significa que la tasa de cambio de equilibrio estaría en 1,37 dólares/euro y no en los 1,16 dólares/euro, como cotizaba ayer.

Esta apreciación del dólar frente al euro significa que cuando los viajeros estadounidenses viajan a Europa con 1.000 dólares pueden comprar 32 hamburguesas más que en EEUU. El dólar vale más que el euro, lo que implica que los estadounidenses pueden comparar más cosas en el exterior. En los cinco primeros meses de 2018, las importaciones estadounidenses crecieron más que las exportaciones. Las importaciones crecen por la fuerte demanda de consumo de las familias americanas, que disponen cada vez de una mayor renta disponible gracias a la reducción de impuestos del presidente Trump aplicada desde principios de año; la fuerte creación de empleo (sumando los meses de mayo y junio 457.000 ocupados más); las presiones alcistas sobre los salarios (aunque, por ahora, sólo crecen al 2,7%); y la menor factura energética de las familias debido a la moderación de los precios del petróleo. Como consecuencia de esta apreciación, la economía pierde competitividad.

ESTADOS UNIDOS SE RECALIENTA

Poco a poco, la economía de EEUU se está convirtiendo en una olla que contiene agua en ebullición: crece casi al 3% impulsada por la demanda, lo que amenaza con un recalentamiento de la economía. La inflación en junio alcanzaba el 2,9% anual: su cota máxima desde el año 2012. Para que el agua de la olla no se desborde, la Reserva Federal seguirá subiendo los tipos de interés y, con ello, aumentando la rentabilidad de los bonos estadounidenses. Una situación que tiende a atraer capitales hacia EEUU y a revalorizar el dólar. Como consecuencia de esta apreciación, la participación de Estados Unidos en las exportaciones mundiales de bienes cayó en picado en 2017. En lo que queda de año, las exportaciones podrían deteriorarse aún más, porque el resto del mundo está tomando represalias contra las exportaciones estadounidenses y también porque el dólar se sigue apreciando.

A TRUMP NO LE GUSTA LO QUE HACE LA FED

El presidente Trump se ha quejado de que la política de subida de tipos de la Fed amenaza el crecimiento de la economía estadounidense. Sin embargo, ése no es el problema. El problema es que Trump ha bajado los impuestos y ha subido los aranceles; un cóctel que aumenta la demanda interna y que repercute en crecimientos de los precios y, por lo tanto, en más inflación. Si las políticas arancelaria y fiscal de EEUU no cambian, la Fed tendrá que seguir subiendo los tipos, lo que, a su vez, seguirá provocando mayores entradas de capitales (los inversores están llenando sus carteras de activos estadounidenses) y supondrá mayores apreciaciones del dólar y menores exportaciones estadounidenses al resto del mundo. El origen del problema es (junto a la política fiscal expansiva de EEUU) la guerra comercial iniciada por Trump, que puede generar incertidumbre y, como consecuencia también, menos inversión y crecimiento en EEUU.

En definitiva, la economía de Estados Unidos parece que está tocando techo y que se le acaba la fase expansiva del ciclo. Mientras tanto, la economía europea y la española, con un tipo de cambio más depreciado y menores tasas de inflación, parece que tienen más recorrido de crecimiento duradero a largo plazo.

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