Estado niñera
23 de mayo de 2021

¡Cuántas veces el afán intervencionista de los políticos para prohibirnos o restringirnos algo violenta la libertad personal! Casi todos los hábitos de consumo, cuando se ejercen comedidamente, son más saludables que vivir reprimidos ante el riesgo de ser perseguidos y penalizados.

La ley seca que padeció Estados Unidos entre 1920 y 1933 prohibió la venta de bebidas alcohólicas, cerveza incluida. La abstinencia obligatoria generó una violencia mayor que los comportamientos ebrios que intentaba evitar.

Vivimos tiempos en que los políticos se arrogan la facultad de hacer de niñera de los ciudadanos, como si no fuéramos adultos. Cuanto más inculto y menos preparación tiene un político, mayor suele ser su abuso intervencionista en temas que no domina.

Quizá lo hacen por el irresistible impulso de satisfacer su ego, lo que los lleva a exhibir un poder que nunca tuvieron fuera de la política. También es un insulto a la inteligencia del ciudadano su hipocresía al decir que prohíben o limitan una ingesta para proteger nuestra salud. La realidad es que en bastantes ocasiones la auténtica razón es aumentar la recaudación tributaria, tal como lo demuestra que no prediquen con el ejemplo cuando beben o fuman en público.

Fuente: Actualidad Económica

El Índice del Estado Niñera es un informe elaborado por el Institute of Economic Affairs, en el que también ha colaborado la Fundación Civismo. El estudio compara la regulación sobre el consumo de alcohol, tabaco, cigarrillos electrónicos y bebidas azucaradas en 30 países europeos. Cuanto más alto se puntúa, menor libertad y mayor intervencionismo legal hay. Noruega con 51,5 puntos es el país con mayores restricciones de Europa, seguido por Lituania (46,2) y Finlandia (41,1). Los alemanes (10,7 puntos) son los ciudadanos más libres para tomar lo que gusten, seguidos por los checos (15,2), luxemburgueses (16,2) y españoles (16,9).

El análisis de nuestra nación muestra que es una de las más permisivas en la venta y consumo de bebidas alcohólicas, quizá porque el vino acompaña con frecuencia a las comidas, siendo bajo el impuesto que lo grava. Por el contrario, esto no ocurre con la tasa sobre el tabaco, que está en la media europea. Respecto a los cigarrillos electrónicos, la discutida campaña habida en su contra ha hundido sus ventas, lo que ha provocado un repunte del tabaquismo. En fiscalidad de refrescos azucarados y edulcorados, España subió recientemente el IVA del 10% al 21%. Además, en 2018, Cataluña comenzó a gravar cada litro de estas bebidas con una tasa entre ocho y 12 céntimos. ¿Le preocupa a la Generalitat el azúcar que ingerimos o simplemente se sirven de ese pretexto para recaudar más?

Les confieso mi gran decepción con los organismos internacionales que, pretendidamente, vigilan la salud. Han estado dedicados a lo fácil y que más impacta en la sociedad (legislar sobre lo que se come, bebe o fuma) y han descuidado lo importante: la prevención de una pandemia mortal. Ahora ya sabemos que la tragedia, que ha supuesto más de 3,5 millones de
muertos, se podía haber evitado si hubieran hecho mejor el trabajo fundamental al que estaban obligados. Por otra parte, la validez de la agresiva regulación sobre nuestros consumos es muy cuestionable, pues no existe correlación entre las puntuaciones en control del tabaco y las tasas de tabaquismo, ni tampoco entre el control del alcohol y su consumo. ¡Qué
pena que nuestros gobernantes no se den cuenta de que es mejor educar en libertad que prohibir!

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