La situación económica española es una de las peores para afrontar una crisis como la que estamos viviendo.

Si miramos al entorno de sociedades integrantes de la OCDE, la realidad española se encuentra teñida de grises -por no decir negros- tanto porque los indicadores macroeconómicos muestran síntomas de debilidad, como porque los ciudadanos carecen de toda expectativa de crecimiento económico.

La duda que surge en este escenario es, por qué otros países afrontan las crisis económicas y sociales mejor preparados y, en consecuencia, la recuperación es mucho más rápida. Y es que, de la misma manera que biológicamente las enfermedades se afrontan mejor si la inmunidad es fuerte, económicamente la situación de partida condiciona claramente el plazo y el modo de recuperación.

Estos días visitaba España quien fue ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, y explicaba cuáles fueron las reformas que acometió, desde la óptica liberal, que le permitieron afrontar la desgraciada pandemia, de forma más ágil, que a otras sociedades de su entorno.

El discurso moral de Adam Smith, le sirvió a Brasil para estructurar un conjunto de reformas en un triple escenario, en el que la tónica dominante fue la contención y del control del gasto. En el extremo opuesto se encuentra España, donde en tres años se ha incrementado el gasto público 75.000 millones de euros, que no se pueden justificar; por la guerra de Ucrania, por la pandemia, o por la nefasta negociación con Marruecos, sino más bien, por el mantenimiento de 23 ministerios (muchos de ellos direcciones generales convertidas en ministerios, y otros muchos absolutamente prescindibles), descontrol de un gasto público prescindible y, sobre todo, por la falta de análisis de la eficiencia del gasto.

 El caso de éxito de Brasil, consiguió un superávit de 30.000 millones de dólares, mientras que en España la deuda pública se eleva a 256.000 millones de euros, el doble de la media de la Unión Europea.

María Crespo, investigadora senior de Civismo.

Las reformas económicas brasileñas, de hondo calado, se centraron en una reestructuración del sistema de Seguridad Social, una profunda reducción de la deuda pública, en la que los tipos bajos y la independencia del banco central, por parte del gobierno, fueron básicas y se acometió una política de desinversiones sin precedentes. Las privatizaciones supusieron un ingreso público de 50.000 millones de dólares

Brasil consiguió un ahorro de 30.000 millones de euros reduciendo los cargos públicos en 40.000 personas, pasando de 100.000 a 60.000. Y con estas reformas su capacidad económica se convirtió en “dinero yo-yo”. Es decir, este ahorro fiscal previo, le permitió afrontar un ingente gasto público, como consecuencia de la crisis sanitaria.

Brasil no practica la cleptocracia y bajo las premisas de Friedman, y tratando de mantener un déficit 0, se concede una renta mínima de 600 reales con la finalidad de reducir la pobreza, que sustituye a la bolsa familiar de Lula. Tienen un 1% de déficit.

A los inversores no les gusta la desconfianza. Y un país que ofrece confianza es un lugar en el que se reduce el gasto público, para reducir la carga fiscal. Un país atractivo, es un territorio en el que la inflación está contenida, en previsión de una eventual subida de tipos de interés que pueden poner en una situación delicada a los deudores.

Brasil es el cuarto país en atracción de capital extranjero detrás de: China, USA, Singapur y cuenta con una inversión  extranjera que todo LATAM junto. La inversión extranjera bruta en España fue de 3.188 millones de euros, representando una caída de alrededor del 50%, respecto al mismo período de 2020. Y, es evidente que se ve amenazada por la falta de rumbo y la desconfianza que ofrecemos. No podemos olvidar que, la recuperación económica en la anterior crisis comenzó cuando las exportaciones crecieron, por lo que en el momento actual, España debería mostrarse como un país atractivo para el capital extranjero, en lugar de buscar conflictos donde no los había, como hemos visto en los últimos días con nuestros vecinos del sur.

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