EROSTRATO PUIGDEMONT
23 de agosto de 2017
Por admin

En Madrid, a 15 de agosto de 2017, comparece ante este Tribunal de Papel Caries Puigdemont, de profesión la política, que desempeña en la actualidad el puesto de presidente de la comunidad autónoma de Cataluña. Debe responder al escrito del Ministerio Fiscal que lo acusa de obsesión por lograr la fama, para lo que está dispuesto a cometer un delito grave, sin que le importe gran cosa los efectos de sus actos. Resultando que el acusado ha manifestado recientemente que, aunque es hombre modesto y de perfil bajo, desea pasar a la historia yi como es consciente de que por haber sido alcalde de una pequeña ciudad como Gerona o presidente de una comunidad autónoma no va a conseguirlo, ha decidido acometer una empresa de mayor relieve. Resultando que, ante la posibilidad de que se celebre un referéndum de independencia en la región, Puigdemont parece haber encontrado su camino a la posteridad poniéndose en cabeza de la consulta. Resultando que el hecho de que el referéndum sea ilegal no es para él un freno, sino más bien un incentivo, ya que tal ilegalidad daría mayor relevancia al hecho y, por tanto, más fama a su organizador.

Resultando que el acusado es sin duda consciente de que, con dicho referéndum, podría cometer un delito, pero ha manifestado en diversas ocasiones que está dispuesto a ir a la cárcel, lo que contribuiría significativamente a su propósito de alcanzar la gloria. Considerando que la obsesión por pasar a la historia es una característica del ser humano EROSTRATO PUIGDEMONT bastante más extendida de lo que parece, pero que, cuando se busca mediante la perpetración de un delito de gran repercusión, las cosas empiezan a resultar preocupantes. Considerando que es famoso el hecho ocurrido allá por el siglo IV antes de Cristo, cuando un curioso personaje, que vivía en Éfeso, llamado Eróstrato, decidió, como Puigdemot, que quería pasar a la historia y, dado que su oficio era el de pastor de cabras, no tenía en principio muchas posibilidades de conseguirlo si no hacía algo realmente excepcional. Considerando que al bárbaro de Eróstrato no se le ocurrió otra cosa mejor que pegar fuego al templo de Artemisa (o Diana), que estaba considerado una de las siete maravillas del mundo. Considerando que, tras ser detenido, el incendiario fue ejecutado, pero que debió de morir feliz, porque había conseguido una fama imperecedera. Es cierto que, para frustrar los deseos del delincuente, el rey ordenó que su nombre fuera borrado para siempre de los anales de la ciudad y que nunca volviera a ser mencionado, pero dado que ha llegado hasta nosotros, parece claro que tal prohibición no tuvo mucho éxito.

Considerando que este personaje es conocido, además, porque da nombre en psiquiatría a un trastorno mental denominado «complejo de Eróstrato», consistente en buscar notoriedad a cualquier precio y no dudar en convertirse en delincuente para ello. Considerando que esta Sala de Justicia no sabe si Puigdemont conoce o no la historia del pastor de Éfeso o ha oído alguna vez hablar de la enfermedad mental que lleva el nombre de Eróstrato, pero el Tribunal considera que las semejanzas entre ambos personajes son lo suficientemente llamativas como para tomarlas en consideración a la hora de dictar sentencia en este caso. Considerando que, solicitado un dictamen pericial al Colegio de Psicólogos y Psiquiatras de Barcelona, los expertos se han visto sorprendidos por las ocurrencias del acusado y han considerado que su problema debería ser objeto de seguimiento detenido, pero que tal complejo no debería eximirle de su responsabilidad penal, en el caso de que cometiera el delito que tiene previsto, ya que no parece que la fuerza que le incita a convertirse en el nuevo Eróstrato de nuestros días sea para él incontrolable. Este Tribunal condena al señor Puigdemont a la pena de dos años, dos meses y dos días de prisión. No obstante, dado que parece que le hace bastante ilusión que lo metan en la cárcel, la Sala propone sustituir dicha pena por la de un tratamiento médico adecuado, que se deberá aplicar con la mayor discreción posible. Porque ya hemos visto lo que pasó con el nombre del pastor de Éfeso… y eso que, en aquella época, los reyes mandaban mucho más que los presidentes y los jueces de nuestros días. 

Publicaciones relacionadas