El tortuoso futuro que le espera a la economía española tras la pandemia
8 de mayo de 2020

La situación que podría presentar la economía española tras el paso de la pandemia podría ser bastante compleja. Partiendo de las grandes divergencias que presenta el impacto del COVID-19 en los países europeos, debemos sumarle la gran asimetría que existe cuando tratamos de evaluar la situación económica que, ya de partida, presentaban los países antes de tener que afrontar tan dura situación. Asimetrías que podían verse a simple vista, pero que determinados países pretenden esconder entre insultos y “brindis al sol”.

Y es que, teniendo en cuenta la actuación de países como Alemania, la locomotora económica de la Zona Euro ha comenzado a poner en marcha planes de estímulo que pretenden relanzar su economía cuando la tormenta se disipe. Planes de estímulo que, cabe destacar, son posibles debido al superávit que viene cosechando Alemania de años atrás, así como un nivel de deuda pública que escasamente rebasa el 60 %. Situación similar la de Países Bajos, donde los amigos “insolidarios”, como dicen los países del sur, pretenden afrontar un reflote con planes de estímulo que, al igual que Alemania, presentan capacidad en un contexto en el que la deuda en relación con el PIB holandés se muestra en niveles del 49%.

En este sentido, como vemos, la buena gestión y la austeridad en momentos de bonanza económica ofrecen un gran colchón fiscal, un gran fondo de maniobra que, en cierta forma, ayuda a salir de la situación con medidas que, como la reducción de impuestos en Alemania, ofrecen alternativa para relanzar la economía sin tener que acudir a unos tipos de interés que se encuentran en mínimos históricos de forma permanente. Sin embargo, cuando hablamos de niveles de deuda del 100 % o 130 % del PIB, como presentan las economías del sur, ese fondo de maniobra del que hablábamos no es que digamos que sea escaso, es que es inexistente.

En este sentido, es preciso destacar los grandes desequilibrios macroeconómicos que presentará la economía española para cuando la crisis amaine y la actividad económica vuelva a desarrollarse con normalidad. Partiendo de una normalidad que, como ya ha definido el Gobierno de España, ni será normalidad, ni se parecerá a la normalidad previa a la crisis, debemos tener en cuenta una serie de factores que ponen a economías como la española en una difícil situación, de la cual deberá salir con reformas de calado y con grandes apuestas políticas; siempre que su fin sea el de revertir la situación.

Empezando por la deuda. De acuerdo con el Banco de España, la deuda española, tras la crisis del coronavirus, estaríamos hablando de que se dispararía a niveles por encima del 120 %. En este sentido, rebasando el umbral del 100 % en relación con el PIB, el cual nos dejaría en máximos históricos; niveles semejantes a los que tiene Italia en estos momentos, que se dispararía al 150 % del PIB. Con un nivel de deuda tan elevado, la capacidad de aplicar políticas no convencionales obliga a la economía española a, tras incentivar la economía con las inyecciones de capital, aplicar valientes políticas de ajuste de gasto público que, como ya prevé y se niega el presidente del Gobierno, limitarán el gasto público en el país notablemente.

Por el lado del déficit. Tal y como muestran los pronósticos emitidos, incluso habiendo tratado de mentir a Bruselas, el déficit que presentaría la economía española tras la crisis del COVID-19 podría rebasar el umbral del 10 %. En este sentido, estamos hablando de que podría llegar a situarse en el 11 %. Teniendo en cuenta un déficit que cerró en el 2,8 % —pese a las promesas del 2 % que dijo el propio presidente—, así como unos Pactos de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que limitan la capacidad de endeudamiento ante el rigor presupuestario que exige el bloque comunitario, la economía española quedaría inmovilizada y a expensas de Europa para poder aplicar cualquier política que conlleve aumentos de gasto.

También es importante resaltar —siendo prioritario bajo mi criterio— los importantes niveles de desempleo que presentará la economía cuando todo esto pase y vuelva la normalidad a la economía. Podemos empezar destacando la particularidad que presenta el mercado laboral español, así como la propia economía. Sin embargo, el que los pronósticos arrojen una tasa de desempleo que podría rebasar el umbral del 20 %, situándose en niveles del 22 % de paro, es algo que debe preocuparnos y mucho. En este sentido, estamos hablando de un paro que se dispararía a máximos, contando con que la tasa media de paro de la serie histórica es del 17, así como la previa a la situación del COVID, que se situaba en el 14 %. En este sentido, resaltando también una tasa de paro juvenil del 33 % —la más elevada de Europa—, que podría superar el 40 %.

Con un nivel de deuda estratosférico, un déficit que genera escalofríos en sede comunitaria, así como, por último, un desempleo que podría marcar récords históricos, estamos hablando de un escenario en el que la economía española quedaría, como decíamos, muy deteriorada para volver a los niveles previos a la crisis. En este sentido, una vuelta a la normalidad que solo sería posible si las reformas aplicadas son de calado, con claras implicaciones políticas que podrían llegar a costar el Gobierno a los gestores que, en el momento de aplicarlas, se encuentran en el poder.

Es hora de actuar y, para ello, se requieren políticos que, con actitud valiente, adopten las reformas que, desde hace años, precisa la economía española. Ahora bien, con un Gobierno que promete incrementos en el gasto público, incluso cuando los ingresos fiscales estaban en máximos y pretendían seguir incrementándose —ahora, estamos hablando que tras la crisis podrían reducirse notablemente—, es un gran riesgo el apoyar determinadas políticas. Pues como han destacado nuestros amigos, a los que hemos llamado e insultado de forma reiterada, el proyecto europeo requiere, además de posibles mutualizaciones de deuda y una mayor integración económica, una armonización que relaje las grandes divergencias y asimetrías que, los mismos países que integran dicho bloque económico, presentan entre sí.

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