El tiempo juega en contra de las empresas: de media sólo pueden sobrevivir 57 días sin ingresos en caja
5 de abril de 2020

En las últimas semanas se ha hablado mucho de cuál será el impacto del coronavirus en el Producto Interior Bruto (PIB) nacional. Infinidad de economistas ya se han pronunciado para hacer públicas sus predicciones sobre el comportamiento que experimentará el PIB en los próximos meses. De acuerdo con los distintos escenarios, las proyecciones oscilan entre un desplome del 4,5%, en el caso de los más optimistas, hasta del 12% en el peor de los casos.

Unas proyecciones basadas, principalmente, en el tiempo que durará esta crisis, así como la posterior recuperación de la misma. Una recuperación en la que los economistas si que no hayamos consenso, sobre si esta será en U o en V.

Sabemos que habrá una recuperación, pues estamos ante un shock de oferta sin fracturas como las que presentaba el tejido productivo en 2008, pero no sabemos cómo será esa recuperación, así como la fecha en la que la demanda se recuperará en su integridad, tal y como estaba en la situación previa a esta dura crisis.

Hay que mostrar mucha cautela con las medidas que se adoptan. Por el momento, lo prioritario, es frenar la curva de contagio. Salir de esta, y salir pronto, es la prioridad para nuestra economía. No obstante, hay que tener en cuenta que cada día que pasa, al no producir, nuestro PIB se ve resentido, así como también lo sufren las empresas, que no ingresan. La caja media de las empresas españolas, es decir, los costes fijos que pueden mantener las empresas españolas sin ingresar, es de 57 días. A partir de esos días, las empresas españolas podrían tener severos problemas de liquidez.

Unos problemas de liquidez que, pese a los prestamos, podrían ocasionar el cierre de muchas de estas empresas carentes de recursos, ya que el tejido productivo español se compone fundamentalmente de Pymes y pequeños empresarios.

Desconocemos cómo será la recuperación, pero sí podemos afirmar que va a depender principalmente de la respuesta fiscal europea ante las exigencias de capital que precisa España, así como la relajación en la exponencialidad que muestra la curva que representa esa elevada tasa de contagio, situando a España entre los países peor parados por esta severa crisis, que ya es doble: hablamos de una crisis sanitaria y económica.

En otras palabras, para conocer cuándo llegará la recuperación será importante saber el dinero que nos presten y el tiempo que dure el confinamiento y la paralización de la actividad.

En primer lugar, por el lado de las respuestas, España sigue en su insistencia de que lo que precisa el país es la emisión de una deuda mutualizada. Es decir, una deuda compuesta por todos los países miembros de la Unión Europea, mutualizando los riesgos y mejorando las condiciones de financiación.

Sin embargo, por el lado de Alemania, Holanda o la propia Finlandia, reconocen que esas condiciones ventajosas solo se producen para países como los anteriormente mencionados, ya que el coste de la deuda para los países del norte es bastante favorable en este escenario.

Desde España, pese a la irresponsabilidad presupuestaria, siguen escudándose en el proyecto común, así como en la solidaridad que todos los países miembros deben mostrar ante escenarios como el actual. Las tensiones que afloran en el proyecto europeo muestran un camino largo y tedioso hasta que esa deuda mutualizada llegue a materializarse, más en un escenario en el que los países demandantes siguen sin proponer proyectos presupuestarios de rigor como para convencer a los pesimistas amigos del norte.

Por el lado de la respuesta en materia de distanciamiento social, la respuesta que ha escogido el Gobierno se basa principalmente en frenar la curva de contagio mediante un mayor confinamiento. Un confinamiento que, como hemos podido escuchar todos los españoles, habilita la asistencia al trabajo a todas aquellas personas que se encuentren dentro de actividades esenciales. Una fuerte apuesta económica, por el daño que esta representa para nuestra economía, pero que, de tener éxito, podría compensarnos en el coste de oportunidad futuro.

El tiempo es clave para determinar el escenario futuro. El tiempo del que hablamos juega en nuestra contra y la efectividad para salir de esta marcará el futuro que vendrá.

El tiempo, efectivamente, marcará determinantemente el escenario futuro para nuestro país. Tal es su importancia que hay economistas que cuantifican incrementos en las pérdidas de hasta un 2% si la situación se prolonga y la recuperación, en lugar de llegar en mayo, llega en junio. Por este motivo, debemos tener claro que el coste económico es relevante, pero que solo la reacción de nuestros políticos determinarán cuan elevado es ese coste para nuestra economía y, más importante aún, para los ciudadanos.

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