El recorte de las poltronas, ¿útil o populista?
24 de septiembre de 2020

Tras numerosos intentos de reducir el número de parlamentarios (siete propuestas de reforma desde 1983), el pasado fin de semana los italianos aprobaron en referéndum bajar de 630 diputados a 400, y los senadores de 315 a 200 (un recorte de más del 35%). Si bien el populista Movimiento 5 Estrellas presentaba la medida como una disminución de los costes (el ahorro, se estima, ascenderá a algo más de 80 millones de euros) y de la casta, y aunque no sea la panacea que resolverá todos los problemas de Italia, hay buenas razones para defenderla.

Si quieres que un organismo político se paralice y deje de funcionar, llénalo de gente.

De las cinco grandes democracias europeas, Italia tiene el mayor número de parlamentarios per cápita (15,61 por millón de habitantes), seguida de Francia (13,81) y España (13,25). En términos absolutos, al Parlamento italiano (con 945 miembros entre ambas cámaras) solo lo supera el de Reino Unido (teniendo en cuenta a la Cámara de los Lores, la cual no se elige mediante comicios y tiene poderes muy limitados). ¿Resulta justificable este exceso respecto a otros países? A priori, no: en la legislatura pasada, la mitad de los parlamentarios no asistió al 20% o más de las votaciones -y los que van lo hacen únicamente para votar lo dictado desde la dirección del partido-, y todas las comisiones actuales podrían seguir funcionando con normalidad a pesar de este recorte. Además, en los últimos años, se observa una tendencia (apreciable también en otros países, como España) de sustitución del trabajo legislador del parlamento por los decretos del gobierno, que el parlamento se encarga únicamente de aprobar. No parece, por tanto, que el elevado número de diputados se justifique por las especiales necesidades legislativas del país transalpino; al contrario, lo sorprendente estriba en que un organismo con tantos empleados se muestre a menudo incapaz de alcanzar consensos y sacar adelante las medidas necesarias.

Menos diputados, ¿más control sobre ellos?

Otro punto a favor de la reforma gira en torno a la responsabilidad de los parlamentarios y la capacidad de los italianos para hacerles rendir cuentas ante las urnas. Con tan elevado número de representantes en las cortes, se torna imposible conocer y fiscalizar el trabajo real que realiza cada uno de ellos. Si bien aun así resultará inabarcable la tarea de vigilar las acciones de cada uno de esos 400 diputados tan de cerca como las de un concejal de nuestra localidad, en ese sentido, esta reducción permite supervisarlos de manera individual más fácilmente.

¿Una bofetada a la clase política?

El descontento de la población italiana con su clase política ha sido notable, sobre todo a raíz de la gran recesión. A menudo, los ven incapaces de llevar a cabo las reformas que el país necesita, y está popularmente extendida la idea de que la mayoría de ellos se dedica exclusivamente a votar lo que establece la dirección de su partido. Mientras tanto, los miembros del Parlamento italiano (sean de la Cámara de Diputados o del Senado) están entre los mejor pagados del planeta, no solo en términos absolutos, sino especialmente si se comparan sus ganancias con el salario medio de los italianos (en 2016, cobraban más de cinco veces más, cuando la misma ratio para la media de la Unión Europea era de 2’4, según Euronews).

En conclusión, todas estas razones han motivado que el ‘sí’ a favor del conocido como “recorte de las poltronas” venciera en el referéndum con un 70% de apoyo. Una vez aprobado, Italia necesitará una nueva ley electoral para ajustar estos cambios. La discusión al respecto será la próxima gran batalla que veremos librar en su arena política.

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