Dónde «luce» más un mismo sueldo
16 de octubre de 2016
Por admin

Un factor significativo que influye en el bienestar es la comunidad autónoma en la que se viva, al depender de la región de residencia el poder adquisitivo de las familias. Las diferencias en el coste de la vida de las distintos territorios saltan a la vista. Por ejemplo, el precio de un kilo de tomates, de una noche de hotel o del menú de un restaurante oscilan de una forma importante dependiendo de dónde se consuman. Esta variación puede llegar a ser hasta de un 50% en los momentos del año en que los españoles se desplazan por vacaciones.

Lo que a escala microeconómica es evidente, ha resultado complejo cuantificarlo macroeconómicamente. Gracias a un estudio del expresidente del INE Jaume García, podemos valorar no sólo las diferencias de renta entre CC.AA., sino también las variaciones en términos de coste de la vida. Para la medida se utiliza un indicador universal: la evolución de los precios de una cesta de bienes y servicios (la del Índice de Precios al Consumo, IPC) en términos de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA). En este caso, la PPA de cada comunidad se mide comparando los precios de esta cesta respecto a la media nacional, a la que se le adjudica el valor referencial de 100. De esta forma, observamos que un español que vive en Madrid, Navarra, País Vasco o Cataluña tiene menor poder de compra que un extremeño, un canario, un manchego o un asturiano. El hecho de que un euro rinda más en unas regiones que en otras afecta seriamente a la calidad de vida de aquellos funcionarios que tienen el mismo sueldo en todas las regiones.

¿Qué factores determinan estas diferencias tan notables en el poder adquisitivo? Los datos muestran una gran correlación entre PPA y renta disponible por hogar. Es decir, las regiones más ‘ricas’ tienen un nivel de precios más alto que aquellas con menor renta. Sin embargo, tener más renta no lo explica todo. También entran en juego otros factores clave, como la propiedad de la vivienda, la concentración geográfica de los sectores que más riqueza generan, la dispersión demográfica, la rigidez/flexibilidad en la estructura del mercado y las diferencias en los focos de producción según valor añadido.

La vivienda, como bien de consumo duradero, se puede imputar como alquiler o como suma de éste y los intereses pagados para adquirir la casa. La gran dispersión de valores que alcanzan los arrendamientos y los precios de las viviendas en las distintas regiones influyen decisivamente en el poder adquisitivo de sus ciudadanos. Lo mismo sucede con la distribución demográfica: a más concentración de personas, más demanda y, por tanto, mayores son los precios. Por último, en función del valor añadido que crea la actividad económica principal de cada territorio, aquellas actividades que generan más riqueza provocan un efecto de ‘recalentamiento’ sobre los precios. En suma, el poder adquisitivo no sólo depende de la moneda y el país donde se viva, sino también de la región en la que se resida. 

Publicaciones relacionadas