Daniel Lacalle: «La situación política ya está lastrando el crecimiento»
27 de marzo de 2016
Por admin

Daniel Lacalle, uno de los más influyentes economistas españoles, se incorpora desde hoy al elenco de columnistas de EL ESPAÑOL. Su columnaLleno de Energía se publicará todos los sábados y sus análisis y videoblogs aparecerán regularmente durante la semana. «Me incorporo con gran ilusión al proyecto de EL ESPAÑOL, con cuya línea editorial me identifico y contribuiré con todo mi entusiasmo a su desarrollo», declaró el economista.

Lacalle (Madrid, 1967) es economista, asesor internacional y gestor de fondos de inversión. Durante cinco años consecutivos figuró en el Top 3 de los mejores gestores de hedge funds de la City londinense. En España es mucho más conocido por su labor como analista en distintos medios de comunicación.

En su tarea como economista mediático ha publicado cinco libros que se han convertido en bestsellers: Nosotros los mercados, Viaje a la Libertad Económica, La Madre de Todas las Batallas, Acabemos con el Paro y La Pizarra de Daniel Lacalle.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación ahora mismo?

La situación global ahora mismo es de una muy rápida desaceleración y, además, yo la bautizaría como la resaca del exceso de estímulo. Los países desarrollados han transferido a los emergentes su problema de sobrecapacidad y ahora tenemos en Brasil, en China, en tantos países emergentes, ese problema de sobrecapacidad. La saturación de estímulos es muy evidente. El crecimiento es muy inferior y entonces yo diría que estamos europeizando los motores de crecimiento del mundo. No me gusta la palabra estancamiento, porque realmente no es estancamiento, no es 0% de crecimiento.

¿De dónde viene el problema de la sobrecapacidad?

Cuando se introducen los enormes estímulos monetarios la manera más fácil de buscar crecimiento es a través de los elefantes blancos, enormes planes de gasto e inversión. ¿Y cómo se hacen esos enormes planes? Pues se toman decisiones, entre comillas estratégicas, en los países para construir cosas que ya suponen sobrecapacidad en otros países. Claro ejemplo de esto es el sector naviero, también el sector petrolero.

Otro ejemplo ha sido la enorme explosión de inversión en infraestructuras, algunas de ellas necesarias y otras no. Esas inversiones que se han hecho al calor de dinero fácil y de tipos de interés bajos generan muy poca rentabilidad económica y, sin embargo, dejan detrás no solamente la deuda sino los costes de operación.

El problema es que mucha gente no entendió la sobrecapacidad y hubo quien pensó: bueno, si haces un puente y no hace falta, por lo menos queda el puente; pero ahí te olvidas de todo lo demás, no solamente del coste de oportunidad de la inversión sino también de la deuda, del menor crecimiento y de unos costes de operación que limitan luego la capacidad de crecimiento de otros sectores.

Sosteniendo sectores de bajo valor añadido y de baja rentabilidad para mantener el PIB -es muy fácil mantener el PIB, el concepto keynesiano de construir una carretera al lado de otra- el problema con el que te encuentras es que no se produce el crecimiento suficiente para repagar el endeudamiento. Esa deuda cada vez pesa más y hace las economías más frágiles.

Con la idea de sobrecapacidad, que usa habitualmente en sus textos, casi vendría a darle la razón a Krugman que cree que hace falta una guerra entre planetas para destruir PIB…

Krugman lo ve desde otro punto de vista: el cree que hace falta una guerra para romper las cosas y luego reconstruirlas. Pero yo lo que veo es que la sobrecapacidad es como cuando una persona ha comido demasiado y no puede andar porque se cansa. Entonces lo que tienes que hacer no es un tratamiento de choque -y todos los que hemos hecho alguna dieta lo sabemos- porque no funciona, sino que tienes que adelgazar de manera controlada.

Ahora China está empezando, después de 10 años de incentivar la sobrecapacidad, a despertar, pero, claro, no puedes hacerlo diciendo vamos a hacer una guerra y entonces utilizaremos la sobrecapacidad. No, lo que hay que hacer es ir retirando esos sectores de baja productividad, esos sectores improductivos y permitiendo que florezcan los de alto valor añadido.

¿Qué va a ocurrir con la política monetaria, tanto en EEUU como en Europa?

Entre EEUU y Reino Unido, y entre Japón y Europa, creo que se van a dar dos salidas distintas. Dado que la la política monetaria en EEUU y en el Reino Unido ha sido un acicate para que el sector privado se limpiase, para que el sector público se ajustase, para que se generase un mayor crecimiento económico desde la inversión privada y no la pública, creo que desde ahí van a tener una salida más fácil. Y, esta es mi opinión personal, pienso que su siguiente fase va a ser una política monetaria contraria a la actual, más parecida a la que aplicaron Reagan y Thatcher. Es decir, cuando se recupere la inflación y el crecimiento, centrarán la política fiscal en aumentar la renta disponible de los ciudadanos.

En Europa y Japón me temo que las cosas irán a peor antes de mejorar. Se está intentando forzar desde la academia, desde lo que yo llamo el “inflacionismo socialista”, que la solución tiene que ser el “helicóptero monetario”, es decir, prestarle dinero gratis al Estado para que se lo gaste en elefantes blancos, volvamos a los planes E, la reindustrialización… Eso será un desastre.

Alinear a Europa con Japón no parece tan malo. Japón lleva 20 años sin crecer, pero mantiene niveles de bienestar muy altos…

Claro que no. Siempre digo que el único problema que hay en Japón no lo tienen los japoneses: sus problemas están a nivel de las finanzas públicas y a nivel de los keiretsu, los conglomerados japoneses que son ineficientes y que están muy endeudados y que no crecen. Pero los ciudadanos japoneses en sí mismos son ahorradores y no caen en trampas…

De hecho el 95% de su deuda pública la han comprado ellos mismos…

No tengo nada en contra de Japón. El problema que yo veo en Europa es lo que denomino ‘la japonización sin Mitsubishi’. No tenemos ni el ahorro, ni el mercado laboral, ni el espíritu de los japoneses, ni su productividad… En Europa el riesgo que yo veo es que volvamos a repetir el año 2008 y 2009 cuando se tomó la decisión de hacer un enorme plan de estímulo europeo, nos gastamos el 3,5% del PIB y dijimos hay que olvidarse del déficit porque hay margen, los tipos de interés están bajando, hay apoyo del Banco Central, y acabemos metiéndonos en lo mismo que hizo China en el año 2008 cuando al ver que ya no crecía al 10% generó un mayor problema de sobrecapacidad y de deuda.

¿Y cómo lidiamos con la sobrecapacidad?

Hombre, como se lidia con todo, afrontándolo. Primero, reformas por el lado de la oferta. Tú no puedes perpetuar los sectores ineficientes en aras de sostener un empleo que igual acabas destruyéndolo. Esto tiene una doble incidencia económica: por un lado estás perpetuando a los ineficientes y, por otro, lo están pagando los eficientes y de alto valor añadido. ¿Cómo lidias con ello? Pues habrá dolor, claro. Habrá empresas que cierren.

La idea de que vamos a salir del problema de sobrecapacidad de China sin que quiebre nadie no es real. Porque si hoy generas cuatro veces más deuda para producir una unidad de PIB que usabas en la década anterior, algo va mal. Por definición el ajuste vendrá por el lado de la demanda. Y hay empresas que tendrán que cerrar, habrá un efecto sobre el empleo a corto plazo, pero el rebote es mucho más agresivo y mucho más positivo.

En España tenemos un ejemplo. Lo hicimos en el País Vasco con la reconversión industrial. Decían que iba ser el desastre total y hoy tienen menos desempleo, tienen un tejido productivo mucho más sano. Claro, lo que pasa es que tienes que tomar la decisión, difícil en países ultraendeudados como el nuestro, de crear incentivos fiscales muy potentes para el cambio de patrón de crecimiento.

¿Cómo ves la situación de España?

A España la veo como una economía que entró en en barrena y que ha hecho un ajuste muy grande, con mucho dolor,  pero aún nos queda mucho y el problema que yo veo es que pensemos que ya se ha hecho todo y que con esto vale. Tenemos que recorrer un camino todavía para que las cosas buenas que hemos sacado de esta crisis -el sector exterior, el desapalancamiento de las familias y las grandes empresas, la reducción de la balanza tecnológica a menos de la mitad, que se habla poco de eso- se puedan consolidar. Esas reformas estructurales llevan más tiempo que los chutes de adrenalina que generan las políticas a corto plazo. Este es un país con tantísimo potencial que a mi me duele que no mejore muchísimo. Y, claro, tenemos la tendencia, no sé si quijotesca o no, a autoflagelarnos

Escribí un libro –Leones contra Dioses (Ed. Península, 2015)-, donde sostengo que los políticos perdieron una oportunidad única de hacer reformas a fondo. ¿Usted tiene una visión más benévola de Rajoy?

Creo que lo que se ha hecho es lo que permitían las circunstancias sin crear un problema estonio. ¿Podríamos haber hecho muchas más cosas? Sí. ¿Hubiera supuesto un problema más grave a corto plazo? Probablemente sí. Hay muchas cosas que se podían haber hecho. Y yo creo que hay muchas cosas que se tienen que seguir haciendo.

Pero si en un país en el que no se ha tocado prácticamente el gasto público, donde se ha mantenido como regla número uno que el gasto social no se toca, donde se ha rescatado a las comunidades autónomas para que no haya un problema social, han surgido estos movimientos, partidos o entelequias populistas… imagínese lo que hubiese ocurrido si se hace una revolución estonia. Yo lo veo desde el punto de vista alemán y no pongo como ejemplo al Reino Unido, ni a Estonia, ni a Irlanda, sino que digo ¿qué es lo que hizo Alemania para no crear un problema social ante una debacle económica como era absorber la RDA y toda una población que venía de las antípodas de la realidad? Pues lo hizo poco a poco.

Y éste Gobierno ha hecho muchas más cosas de las que se le reconocen. De verdad que lo pienso así. Y la razón por la que no se lo reconocen es precisamente porque a ningún gobierno conservador -y en Inglaterra pasa lo mismo- se le reconocerá jamás el objetivo de mantener el gasto social, nunca. Y a lo mejor ahí puede estar parte del problema de percepción. Tal vez esta estructura social necesita una revisión importante pero se tiene que hacer no con un gobierno de cuatro años sino de ocho. Lo curioso es que cuando voy por el extranjero, el esfuerzo español se reconoce mucho, porque todo esto no ha ocurrido con el mundo creciendo al 5%, esto ha ocurrido con Francia, nuestro principal cliente, estancada; con Brasil en recesión, con China cayendo.

No hay ningún beneficio en estar en la economía sumergida para un trabajador a medio plazo

Pero seguimos teniendo un 20% de paro.

En España hay un problema de estructura del mercado laboral y hay que hacer algo porque no es normal ni la cantidad de empleo que hay en la economía sumergida…

Pero había que haber hecho algo ya hace 30 años…

Efectivamente. Si tú coges la fuerza laboral y dices, vamos a a ver, los jubilados anticipados no deberían estar contabilizados como paro. Eso no es así en el Reino Unido y son 400.000 personas, que es una cantidad importante. Segundo, la economía sumergida. En Estados Unidos te llaman por teléfono y te preguntan: ‘¿Usted qué ha hecho esta mañana?’ Y contestas: ‘He llevado a mi madre al hospital’. Y repreguntan: ‘¿Le ha cobrado?’ Contestas: ‘Me ha pagado la gasolina’. Y eso se contabiliza como un empleo. Ya hablaremos de la Seguridad Social pero ahí hay un empleo. Así es como funcionan.

Lo que hay que hacer en España es reorientar la economía para que no se sumerja por obligación, sino que emerja. Siempre digo que la economía no se sumerge sino que emerge, porque no hay ningún beneficio en estar en la economía sumergida para un trabajador a medio plazo. Mucha gente está en la economía sumergida porque no tiene otra opción.

Las reformas estructurales hay que plantearlas con visión de Estado, no bastan 4 años

De acuerdo pero mucha gente también está en la economía sumergida porque el sistema de pensiones carece de credibilidad. Y éste problema se retroalimenta precisamente porque ese trabajador prefiere cobrar en negro…

Ese mismo problema lo tenía el Reino Unido. Cuando en el año 1975 Henry Kissinger decía que el Reino Unido estaba condenado a robar, mendigar o a pedir prestado, se refería a este problema. ¿Cómo recuperas la credibilidad del sistema? Primero, se recupera cuando la gente comprueba que el quid pro quo funciona. No empieza desde una fiscalidad erróneamente confiscatoria u opresiva.

Me acuerdo perfectamente de cuando a Tony Blair le acusaban de estar hundiendo los ingresos de la Seguridad Social porque estaba dando enormes beneficios fiscales a los autónomos y a las pymes en sus primeros años mientras crecían y se desarrollaban… Claro, ¿en qué se estaba fijando Blair? En las bases imponibles. No eran tontos. No se estaba fijando en la libra que dejaba de recaudar en ese momento. Pero si  esa gente entraba en el sistema y se convertía en una base imponible, cuando empezaran a crecer, recaudarías más. ¡Qué ocurre? Que todo ese beneficio no te llega el primer ni el segundo ni el cuarto año, te llega con otro presidente, con otro primer ministro que es lo que le pasó a Reagan con Clinton. Richard Koo preguntaba: ¿Qué política económica llevó a cabo Clinton?

Ninguna que yo sepa.

Ninguna. Y eso fue lo mejor del mundo. Manos fuera, hands off. Y qué es lo que ocurrió, que las reformas estructurales que se aplicaron en el segundo mandato de Reagan realmente empezaron a funcionar plenamente en el segundo año de Clinton. Tienes que verlo desde el sentido de Estado.

El mayor éxito de EEUU en cuanto a política energética fue no tener una

Pero Clinton podía haberlas estropeado.

Pero decidió muy conscientemente no hacerlo. ¿Por qué? Tuve la oportunidad de discutir esto una vez con Bill Clinton y mucha más gente, y él decía: ‘Vamos a ver, yo me encuentro una economía en la que el riesgo en el que nos metíamos si entrábamos a hacer un plan Roosevelt era desbaratar completamente las cuentas públicas y encima sufrir unas desviaciones en estimaciones del resultado del 60-70%’. Entonces, claro, decidió no hacerlo. Prefirió irse a superávit y que la economía creciera poco a irse a un deficit y que a lo mejor creciera lo mismo o nada.

Bueno, venía de un enorme déficit porque los grandes números de Reagan no son muy presentables, pero su legado, en cambio, es valioso…

En el legado de Reagan está Internet, en el legado de Reagan está todo el desarrollo de la industria aeroespacial en la que ya no se ha vuelto a invertir de esa manera…

Está el fin del bloque soviético y la Guerra Fría

Cierto, pero para mí el número uno es que tú te vas EEUU y ni un sólo ciudadano niega los beneficios de una economía que está orientada a que los pequeños empresarios o los autónomos saquen lo mejor de sí mismos y no te venga el gobierno a decir venga usted por aquí o vaya usted por allá. Dick Cheney, el ex vicepresidente de EEUU, me decía que el mayor éxito de su país en cuanto a política energética había sido no tenerla. Si EEUU llega a tener una planificación energética como la europea no se desarrolla elfracking, no se desarrolla la solar, no estarían produciendo 9 millones de barriles al día, no estarían con las facturas más bajas para los consumidores.

Casi la mitad de la economía depende del gasto estatal y un tercio de lo que diga el BOE

¿Cree que la situación política de España nos está pasando factura del punto de vista del crecimiento?

Seguro. Eso es incuestionable. Pero es incuestionable porque, y eso está en los estudios de muchas universidades, los primeros que ralentizan sus decisiones de consumo y de inversión son los mismos españoles. El español que está viendo todos los días este circo de propuestas de cambiarlo todo es el primero que está aumentando su ahorro, reduciendo su consumo y retrasando sus decisiones de emplear a gente o de invertir. Eso es evidente. La confianza del consumidor se ha desplomado de manera espectacular. Creo que es muy evidente y además en una economía en la que aparato estatal es tan importante porque todo depende de la legislación. Entonces, si te van a cambiar la legislación laboral, la fiscal…

El gasto del Estado en 2014 fue del orden del 44,5% del PIB, es decir casi la mitad de la riqueza responde a las decisiones de un gobierno que ahora mismo no existe…

Y de la otra mitad, casi un tercio depende de las decisiones legislativas, o sea depende del BOE. Claro que afecta. El que piense que no afecta tiene un problema con la estadística. Tampoco es menor la incertidumbre cuando dices que ya sabemos lo que van a hacer y sólo falta conocer cuál va a ser la coalición que apoyará al gobierno. El problema es que lo que tenemos encima de la mesa son unas propuestas tan descabelladas de cambiarlo todo que me alucinan.

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