Confianza
6 de septiembre de 2020

Cuando la gestión de un Gobierno suscita dudas, las expectativas económicas se desploman. Un buen ejemplo es el comportamiento de los consumidores, quienes al reducir sus compras provocan que los indicadores macroeconómicos resulten peores que los de un pronóstico estadístico exento de temores. Otra desconfianza que nos perjudica es la que perciban los países europeos acerca de nuestro Gobierno. Motivos tienen, porque España lleva varios años incumpliendo los compromisos de reducción del déficit público y de la deuda soberana. Es inadmisible que crezca el PIB sin que se modere el déficit, porque eso significa que se gasta en exceso a costa de un mayor endeudamiento. Después de Francia, (3%), nuestro país tiene el vergonzoso mérito de ostentar el segundo mayor déficit público (2,8%) en el pasado año. Esos Estados a los que algunos políticos impresentables vituperan de insolidarios son los que cuentan con superávit, caso de Dinamarca (3,7%) y Países Bajos (1,7%). Por último, ¿qué seguridad ofrece una nación cuyo PIB ha descendido un 18,48% en el segundo trimestre de 2020, siendo, tras el brexitoso Reino Unido (20,37%), el peor dato en toda la OCDE (9,8%)?

La desastrosa gestión de la pandemia del Ejecutivo de Pedro Sánchez también ha contribuido al deterioro de la confianza europea en nuestro país. Que tan solo se contabilicen como muertos por coronavirus a quienes se haya pasado el test PCR es una burla macabra. Según el MOMO, el exceso de fallecimientos ha sido de 44.690 (un 25%). También resulta alarmante que España esté siendo estos meses de verano el país con más casos de covid. Ser los campeones del contagio ha espantado a los turistas extranjeros. Un tercer factor que quita credibilidad para invertir es tener un Ejecutivo empeñado en aplicar políticas lesivas a la competitividad internacional que requiere las exportaciones. El lacerante desempleo responde a que no se dan condiciones para crear empresas. Confiar en que las ayudas comunitarias resuelvan nuestros excesos de gasto público estructural es una ingenuidad insufrible para el ciudadano enterado. España será más fiable cuando aplique políticas austeras.

Fuente: OCDE, Eurostat e INE

Aunque no guste a la Moncloa, es conveniente para España que Bruselas nos fiscalice en qué se va a gastar el dinero que nos regalen o nos presten. Únicamente así se favorecerá la sostenibilidad de nuestra nación. De otro modo, se pondría un parche más para mejorar la coyuntura, pero, en el medio plazo, la situación empeoraría. España necesita que el consumo interno vuelva a crecer, lo que requiere generar tranquilidad y certidumbre en los ciudadanos.

El mejor indicador del motivo que trata este ranking es el Índice de Confianza de los Consumidores (ICC) del INE. El último valor publicado (97,44 en junio) es el tercero más bajo de la UE tras Letonia (95,28) y Eslovenia (95,51), dos países con una renta per cápita muy inferior a la nuestra. Sorprenden los elevados valores de los que, a pesar de la situación económica incierta, están en cabeza del ICC. Quizá, la razón resida en que sus ciudadanos confían en sus gobernantes. Hoy cobra actualidad el verso 20 del Cantar de Mío Cid: “Qué buen vasallo si tuviera buen señor”.

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