Anteponer los narcotraficantes a los empresarios
3 de julio de 2020

La situación económica de México resulta bastante complicada. Es uno de los países de la región que más verá afectada su economía. Así, según Standard and Poor’s, se tratará del país de Latinoamérica con la recuperación económica más débil después de que pase la crisis sanitaria por el coronavirus. En promedio, 163 compañías desaparecieron cada día entre abril y mayo. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social, en dos meses de cuarentena, cerraron 9.984 empresas formales en México, y de marzo a mayo, se han perdido más de un millón de empleos.

Ahora bien, el coronavirus y la mala gestión de la pandemia llevada a cabo por el Gobierno es solo una de las causas del oscuro panorama que enfrenta México. Ya desde antes de la aparición del virus chino, los empresarios de este país tomaban acciones que reflejaban la incertidumbre y el miedo a la actuación -por lo menos errática- del Ejecutivo. La economía mexicana se ha contraído ya por dos años consecutivos, y el país está a punto de perder su grado de inversión: en abril, Fitch Ratings le recortó la calificación de BBB a BBB-.

A mediados de junio, México quedó fuera del Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa 2020, elaborado por la consultora Kearney, en el que figuran las 25 naciones más atractivas a este respecto. Entre las causas de la salida están la falta de certidumbre que se vive en el país y la tendencia de los inversores a buscar mercados más estables, con estructuras políticas y regulatorias más predecibles.

Andrés Manuel López Obrador les ha dejado claro que no le tiembla la mano a la hora de llevar a cabo las locuras que en materia económica se le ocurren, sin importar cuán irracionales e inconvenientes para el país sean sus decisiones. Si quiere, cancela contratos ya en etapa avanzada de desarrollo, frena licitaciones de un momento a otro, y acusa de ladrones a los empresarios.

A todos estos problemas se suma el narcotráfico y la posición insistente de López Obrador de no «declararles la guerra», lo que, en términos prácticos, significa mirar para otro lado. Así, un inversor en México tiene que lidiar con demasiados problemas, y tal vez el coronavirus constituya el menor de todos.

La semana pasada, en un ataque sin precedentes en la capital mexicana, el secretario de Seguridad de Ciudad de México, Omar García Harfuch, resultó herido. Desde el hospital, el funcionario comunicó a través de Twitter que había recibido tres impactos de bala y atribuyó el atentado al cártel Jalisco Nueva Generación.

El ataque tuvo lugar en el conocido Paseo de la Reforma, y entre las armas largas que se usaron se encuentran fusiles Barret y el FN SCAR-L, de los más letales y utilizados por los cárteles más sanguinarios. También se emplearon granadas de fragmentación. Estamos hablando, por tanto, de un atentado, realizado por un grupo numeroso de hombres fuertemente armados, en una famosa calle de la capital, a un funcionario que se halla dos escalafones jerárquicos por debajo del presidente.

También la semana pasada, en una redada realizada en Guanajuato, fueron apresadas más de 20 personas, entre ellas la madre, la hermana y la prima de José Antonio Yépez Ortiz, alias El Marro, uno de los criminales más buscados en México. Mientras se desarrollaba el operativo, grupos armados provocaron incendios y bloquearon calles, y se produjeron incendios y explosiones en al menos 14 de los 46 municipios de Guanajuato.


López Obrador insiste en no declarar la guerra a los narcotraficantes, lo que significa mirar para otro lado


El Marro se dio a conocer en 2019 por dejar una camioneta con explosivos en el exterior de la refinería de Salamanca, con un mensaje en el que pedía a las fuerzas generales que salieran del Estado y que no interfirieran con las actividades del «huaichicoleo» (como se le llama en México al robo de combustible).

El fin de semana, en respuesta a la captura de las tres mujeres de su familia, a través de un vídeo difundido en internet, El Marro, con una ametralladora en la espalda, reclamó a las autoridades por haberse atrevido a detener a su madre, y acusó al Gobierno de López Obrador de coludirse con Jalisco Nueva Generación, cártel con el que se disputa el robo de combustible en la zona.

El vídeo de El Marro parece haber logrado su cometido, ya que las tres mujeres fueron liberadas; en total, 19 de los 26 capturados ese día ya están en libertad. Eso a pesar de que a la madre del famoso delincuente se le encontraron, en el momento del arresto, más de dos millones de pesos (aproximadamente, 88.000 dólares) y un kilogramo de metanfetamina.

Después de la liberación de estas 19 personas, López Obrador acusó de ineficiencia y corrupción a las autoridades de Guanajuato, pero el gobernador Diego Sinhue le dio al mandatario una respuesta que, tal vez, el líder de Morena no esperaba. Sinhue aseguró que ese caso, al tratarse de delincuencia organizada, le correspondía a la federación y confirmó que la Procuraduría General de la República no abrió expedientes de investigación para estos delincuentes. Resaltó asimismo que las autoridades de Guanajuato colaboraron y siguen colaborando en lo pertinente, pero que no pudieron hacer más al respecto.

Los cárteles en México tienen demasiado poder y continúan acumulándolo. Ya intentaron asesinar al secretario de Seguridad de Ciudad de México, en una reconocida calle y con armas que dejaran claro el dinero que poseen y el nivel de violencia que están dispuestos a ejercer. Lo ocurrido la semana pasada constituye una muestra de la incapacidad del Gobierno para enfrentarse a estos grupos criminales, pero, sobre todo, corrobora una vez más la posición de sumisión asumida por López Obrador, quien abiertamente insiste en que no le va a «declarar la guerra a nadie».

En resumen, México tiene un presidente que atemoriza a los empresarios mientras permite a narcotraficantes y grupos armados perpetrar sus crímenes con tranquilidad.

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